Por: Ariel Araneda. Profesor jubilado.
Liliputiense, dícese de la persona extremadamente pequeña o endeble. En la novela “Quién se ha llevado mi queso”, escrita en clave de fábula y alegoría por Spencer Johnson, en 1998, Hem y Haw son dos seres pequeños del tamaño de un ratón que viven en un laberinto en busca de un queso. Mindundi.
Según la Real Academia Española de la Lengua (RAE), la palabra hace alusión a una persona sin ninguna influencia ni poder o insignificante. Son muchos los usos que se le dan de forma cotidiana a esta palabra, todos ellos en tono ligeramente despectivo. Véase, por ejemplo, la siguiente expresión: “Creen que pueden ganarnos en nuestro propio campo y no son más que unos mindundis sin calidad”.
En la película de animación japonesa “El mundo secreto de Arrietty”, producida en 2010 por la productora Studio Ghibli, y basada en la novela fantástica “Los incursores”, de la escritora británica Mary Norton, pudimos apreciar a estos insignificantes personajes de apenas diez centímetros de estatura, que viven en una casita oculta bajo las tablas del suelo de una mansión campestre.
Los diminutos tienen la norma de no dejarse ver nunca por los humanos; sin embargo, su tranquila existencia cambia cuando la joven Arrietty, una audaz adolescente, es vista accidentalmente por Sho, un niño que se acaba de establecer en la casa para descansar debido a su delicada salud, que le lleva a necesitar un trasplante de corazón. El caso es que a los jugadores de fútbol de Honduras les viene muy bien el calificativo de Liliputienses y Mindundis, cuando han de enfrentarse a selecciones de mayor peso en el contexto regional e internacional.
Tal es lo que hemos visto con los resultados adversos que se obtienen casi siempre que les toca medirse con las potencias norteamericanas de México, los Estados Unidos y Canadá. Y por supuesto, se vuelven águilas si se trata de jugar contra Belice, Guatemala, El Salvador, Islas Gran Caimán, Guyana, Puerto Rico, Haití, Bermuda, Antigua, Trinidad y Tobago y Cuba. Ganarles es la máxima ilusión, aunque luego venga la debacle.
