Cartas al editor

Creen que estas historias son producto de la imaginación de la gente, inventadas para generar miedo. Entre las variadas leyendas cortas de Honduras que se corean diariamente, están las de terror que detallan a individuos enigmáticos, criaturas asombrosas o entidades malvadas que atormentan, en las diferentes partes de este país; también hay historias de eventos rarísimos, lugares encantados, demonios y mucho más.

Nosotros pasamos inventando historias que nos permiten situar nuestra vida en un contexto más amplio, estamos dotados de imaginación y esta nos permite viajar por el espacio, caminar por la Luna y crear posibilidades de experiencia.

En el mundo hay un sistema de creencias que es parte de una realidad invisible del reino divino y toda realidad terrenal es una sombra pálida he imperfecta, los seres humanos siempre queremos explicar todos los momentos sublimes, pero hoy en día la palabra mito suele designar algo no verídico, los perros no pasan cavilando sobre la naturaleza canina.

Un político acusado de cometer algún acto de corrupción se defenderá diciendo que eso es un “mito”, que nunca ocurrió, es un error considerar los mitos una forma inferior del pensamiento que puede dejarse a un lado cuando los seres humanos alcanzan la madurez, necesitamos contar nuestras historias de forma diferentes y extraer de ellas la verdad eterna.

Algunos hondureños consideran que los cuentos que sus antepasados han narrado a lo largo de los años son ciertos. De hecho, una gran parte de la población hondureña es muy supersticiosa; creen en la brujería, los magos, los hechizos, las maldiciones, los fantasmas y todo tipo de seres del más allá. La palabra mito se utiliza ahora con muchos sentidos un tanto confusos, sobre todo en los medios de comunicación.

Es conveniente subrayar su significación más precisa: los mitos son relatos tradicionales que cuentan la actuación extraordinaria de los héroes en tiempos prestigiosos y lejanos, son acciones y hechos fabulosos referidos a un pasado que de algún modo proyecta su nube en el presente.