Hay dos tipos de procesos: los recurrentes que se repiten cada cierta cantidad de tiempo y los secuenciales.
Los procesos secuenciales describen un conjunto de pasos que se deben dar cada vez que ocurra cierto evento. Un proceso secuencial es básicamente una lista de verificación. Por ejemplo, contratar a una nueva persona sigue un proceso secuencial con pasos clave que llevan un orden establecido.
Para empezar el proceso, publicas el puesto disponible y recibes los currículos. Tal vez envíes un cuestionario y realices entrevistas por teléfono. Después tienes una entrevista en persona y, finalmente, seleccionas al candidato y negocias la oferta.
Las tareas extensas son lógicas y fáciles de recordar, y cada paso principal tiene pasos secundarios detallados. Si no estableces una lista de verificación, probablemente olvidarás algo.
En el ejemplo anterior, puedes incluir los lugares en los que publicas el puesto, por ejemplo.
Estos tipos de procesos tienen varias ventajas. Te ayuda a replicar el proceso cada vez que sea necesario, obteniendo resultados consistentes. También, se pueden actualizar continuamente, garantizando que tus procesos sigan mejorando.
Finalmente, al utilizar un sistema de gestión de proyecto que te permita archivar tu información, tendrás un registro de todos los pasos que diste para tu archivo. Puedes buscar cualquier transacción fácilmente y hasta medir el desempeño de ese proceso.
Un proceso secuencial puede ser tan simple o complejo como sea necesario, asignado a una o más personas. El elemento crucial es que enlista todos los pasos que deben darse durante cierto evento.
Mientras más tareas se coloquen en procesos secuenciales, más organizada estará tu compañía. Empezarás a obtener mejores resultados y producirás un producto de mayor calidad.