Cartas al editor

Misoginia y novelas

Han sorprendido en México algunas de las reacciones que ha generado el ataque contra una senadora y medallista olímpica a manos de cuatro hombres que le provocaron severas lesiones en el rostro que debieron ser tratadas en el quirófano. La misoginia en su máxima expresión con cuatro “machos” muy “valientes” golpeando a una mujer que les reclamó porque le golpearon la moto que ella conducía. Lo insólito del caso es que hubo muchos que justificaron la acción y hasta se atrevieron a culpar a la víctima porque no habría actuado con la suficiente “sumisión” y “respeto” ante los agresores. O sea que por su imprudencia se ganó la golpiza. Estas actitudes de desprecio hacia la mujer materializadas por los hombres y aceptadas por las mismas mujeres que perpetúan conductas machistas en el hogar no son exclusivas de la tierra de los “charros”, también aquí, donde “no hay otro pueblo más macho que el pueblo catracho” y en muchos otros países. Por eso la trata de mujeres, por eso su instrumentalización por el narco, por eso la violencia en el hogar, porque la mujer es vista y tratada como un objeto desechable. En el caso de la senadora, ocurre en el país exportador de novelas donde la mujer es la eterna “cenicienta” a la espera de que el “príncipe azul” la rescate de su pobreza, de su soledad o vacío existencial, ya que no está completa sin el “hombre de sus sueños y amor de su vida”. Un mensaje que se reproduce en todas las historias en las que la razón de ser de la mujer es la que le dé un hombre, en torno a quien están supeditadas sus expectativas, ilusiones y esperanzas. ¿Por qué es de extrañar entonces que algunos vean a la mujer como nada o cuando mucho como una cosa?

Aimée Cárcamo
Periodista

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