Con todas las cosas de las que tenemos que encargarnos constantemente, apartar tiempo para lo más importante a veces puede ser difícil.
Cuando empecé a escribir, lo hice porque una vocecita muy persistente me decía que lo hiciera. Nunca había escrito aparte de en la escuela, y tenía muchas razones para decidir no hacerlo, pero no podía quitarme el deseo de escribir, así que empecé a apartar tiempo para hacerlo; al principio solo un poco y después cada vez más.
Tu meta puede ser diferente a la mía, pero la única forma de conseguirlo es si dejas un espacio para ello. Definir este tiempo fue increíblemente difícil para mí, pero me alegro de haberlo hecho. Ese pensamiento insistente que me decía que escribiera se disipó y no me arrepiento de ello. Escribir tuvo y sigue teniendo un impacto positivo en mi vida.
Modificar tu agenda semanal no es fácil; se necesita esfuerzo y perseverancia. Una forma de asegurarte de que tu nueva actividad se quede en tu horario de forma permanente es programar un tiempo para esa actividad y no moverlo. Este tiempo designado debe ser firme, muy parecido al tiempo que apartarías para tener una reunión semanal.
Usar el tiempo programado para algo que no sea tu actividad prioritaria es algo riesgoso y contraproducente. Cuando hayas infringido el tiempo que te has autoimpuesto será difícil regresar. Sin embargo, si eres firme con el tiempo programado, lentamente empezarás a integrar la nueva actividad en el tejido de tu vida y se volverá autosuficiente. Al final, la idea es usar tu tiempo en las actividades que son más importantes para ti.
Te garantizo que, cuando tu nueva actividad o proyecto quede firmemente establecido en tu vida, te dará una nueva sensación de satisfacción. El tiempo seguirá pasando rápido (¡si alguien tiene un consejo para hacer que se mueva más despacio, díganmelo!), pero al menos estará repleto de lo que en realidad importa.