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100 años de los scouts en Honduras

Escribo estas líneas con casi un centenar de fotografías por delante, muchos recuerdos y un enorme agradecimiento. Veo caras de jóvenes y adultos sonrientes, algunas de ellas son imágenes desvaídas por el paso de algunas décadas. Tengo el corazón lleno de nostalgia por lo que significó el movimiento scout en mi juventud. Entre risas y juegos, excursiones al aire libre, competencias y a veces dificultades sobrellevadas con mucha camaradería así se fueron colocando poco a poco, casi sin darme cuenta, los cimientos de lo que ahora conforma mi identidad de ciudadano. De esta forma un niño y luego un adolescente fue jugando y aprendiendo las lecciones más importantes para hacer frente a la vida. Pienso que soy uno de tantos que tuvimos la suerte y el orgullo de pertenecer a este insigne movimiento, hoy por hoy, uno de los más importantes formadores de jóvenes en el mundo entero. Cuando en 1921 el agrónomo y profesor don Pompilio Ortega fundó el movimiento de scouts de Honduras tal vez no se imaginaría que cien años después, miles de hondureños estaríamos celebrando este aniversario. La larga cadena de hondureños ilustres que hacen posible que tengamos una rica herencia de valores conformados en torno a la ley y a la promesa scout es enorme: Don Federico Canales, Raúl Zaldívar y don Salvador Colindres desde la escuela normal de varones en los años veinte, Cristóbal Briceño, Napoleón Martínez en los treinta, Carlos Ernesto Reyes, Roberto Aguilar en los cuarenta, Rafael Valle, Teófilo Martel en los cincuenta o la profesora Paquita Lardizábal, Jorge Fidel Durón y Luis Elvir. De los últimos cincuenta años del escultismo se me vienen a la mente dirigentes scouts como Pedro Urbina, Fredy Escoto, Pedro Fidel Vásquez, German López, Marco Morales, Mario Rodríguez, Óscar Sánchez y muchos más… tal vez scouts desconocidos son parte importante de esta celebración. Cien años es mucho tiempo y al mismo tiempo resulta corto para una organización joven que se reinventa constantemente y que está llena de vitalidad. Es enorme el legado de servicio desinteresado que celebramos, pero también es grande la responsabilidad cuando se trata de ser fieles al espíritu que el fundador Baden Powell comenzó en Inglaterra en 1907.