De acuerdo con información de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Honduras con Nicaragua y Haití son los tres países que en 2020 tenían el más bajo porcentaje de acceso a internet en el continente, con cifras de 42%, 47% y 33%, respectivamente.
Los porcentajes indicados no resultan tan halagadores, al tener en cuenta que países como Barbados y Chile alcanzan un acceso del 82%, mientras que Costa Rica y Guatemala registraban en su respectivo orden 74% y 65%.
En el caso de Honduras, las causas de esas grandes diferencias, en nuestra opinión, obedecen, por una parte, a los bajos ingresos de la mayoría de la población, y por otra, al escaso nivel educativo que caracteriza a la misma, especialmente en el área rural y entre menores de edad y las personas mayores de 60 años.
La última Encuesta Permanente de Hogares de Propósitos Múltiples realizada en Honduras en junio de 2019 refleja que apenas un 16.5% de los hogares a nivel nacional tenía acceso a una computadora, aunque afortunadamente un 92.1% de los mismos usaban un teléfono celular. Al desagregar los datos por área geográfica resulta que en el área rural un 11.8% tenían acceso a computadoras, mientras en el área urbana la cifra se elevaba al 88.2%. En lo referente al teléfono celular, en dichas áreas en su correspondiente orden los porcentajes eran de 41% y 59%.
Empleando siempre los datos contenidos en la Encuesta mencionada, la misma mostraba que un 42.4% de los hogares rurales tenían radio, radiograbadora o equipo de sonido y un 32% televisor. Las cifras a nivel nacional eran de 55.9% y 77.2% para cada uno de esos grupos de tecnología.
Las estadísticas presentadas apoyan los siguientes juicios vinculándolos al problema educativo en tiempos de coronavirus. Primero, aun cuando en el área urbana sea muy elevado el uso de computadoras, debido a su bajo porcentaje de empleo a nivel nacional, tienen un escaso potencial de aprovechamiento, impidiendo la efectiva implementación de la enseñanza por ese medio, con excepción posiblemente del nivel universitario. Segundo, como la penetración del teléfono celular y del televisor es muy alta a nivel nacional, se convierten en medios privilegiados para respaldar la difusión de programas educativos en escuelas y colegios.
Debemos agregar que cualquiera sea la tecnología de información y comunicaciones que se utilice, no servirá de nada sin un acelerado e intenso programa de capacitación de los maestros que deben emplear las mismas, acompañado del correspondiente apoyo económico para las familias de los estudiantes involucrados en cada nivel educativo.