Cincuenta años han transcurrido desde la invasión salvadoreña a nuestro país, que marcó un antes y un después en las relaciones diplomáticas y económicas bilaterales, generando consecuencias de diversa índole al interior de cada república. En ambas, se ha escrito acerca de las causales que originaron el conflicto bélico, su desarrollo y evolución, con grados diversos de objetividad.
Marco Virgilio Carías y el equipo bajo su coordinación publicaron en 1969 la obra “Análisis sobre el conflicto entre Honduras y El Salvador”, detectando como factores explicativos la necesidad de la oligarquía salvadoreña de paliar la conflictividad social interna; su deseo de que Honduras continuara siendo la válvula de escape para la migración de campesinos y obreros, sin acceso a la tierra y sin empleo; el rechazo hondureño a continuar desempeñando tal papel, teniendo en cuenta que también crecían las presiones internas sobre el agro; la continuidad del papel asignado a Honduras como importadora de manufacturas y capitales salvadoreños, y exportadora de materias primas; el rechazo de la burguesía hondureña a la permanencia de esa relación de dependencia, que impedía la industrialización nacional; el posicionamiento estadounidense a favor de El Salvador, buscando la continuación del modelo de integración económica favorable a sus multinacionales y el temor a una insurrección popular salvadoreña.
Para apuntalar sus hipótesis se presentan cuadros estadísticos y su interpretación.
Max Velásquez Díaz escribió “Las cuestiones pendientes entre Honduras y El Salvador” (1976). Incluye una útil cronología, la que se remonta a 1742 cuando surgieron las primeras disputas territoriales entre Citala y Ocotepeque por reclamos ejidales, que se extendió a Arámbala y Perquín, salvadoreños con respecto a Jocoara (hoy Santa Elena) y Naguaterique, hondureños. Se remonta a 1861 el primer intento oficial bilateral por demarcar los respectivos límites fronterizos, continuados en 1869, 1880-81, 1884, 1886, 1888, 1889, 1895, 1897, 1908, 1916, 1918, 1935, 1949, sin alcanzar consenso. En materia migratoria, en 1962, 1965, se firmaron tratados y convenios para intentar regular y legalizar dicho flujo, que no impidió el creciente éxodo demográfico salvadoreño hacia Honduras.
En materia económica, el inglés Víctor Bulmer Thomas, en “La economía política de Centroamérica desde 1920”, analiza la formación del Mercado Común Centroamericano, el modelo de sustitución de importaciones impulsado por la CEPAL, los tratados bilaterales de comercio, las estrategias de industrialización, la crisis fiscal, en un modelo integracionista híbrido que beneficiaba a las multinacionales estadounidenses, a empresas guatemaltecas, salvadoreñas y costarricenses en detrimento de las hondureñas y nicaragüenses. Así, una combinación de causales acumulativas, cada vez más agudizadas, desembocaron en el choque armado entre dos de los socios del Mercomún, en que se entremezclan el factor humano con el económico y político, enfrentando a dos países vecinos con resultados, algunos positivos, otros catastróficos.