Todo empezó en 1917 en Córdoba, Argentina, cuando un grupo de estudiantes cuestionaron la legitimidad de un rector y decanos de La Universidad de Rosario, por la obsolescencia de los estatutos y reglamentos a través de los cuales se elegían.
Fue en aquel año de 1917 hasta octubre de 1918, que se gestó uno de los movimientos de transformación universitaria más relevante en la historia de las instituciones educativas superiores de América Latina.
Gracias a esa gesta estudiantil se logró transformar la universidad sobre las bases de una verdadera autonomía, defendiendo el principio del cogobierno igualitario entre docentes, graduados y estudiantes; además, se logró la asistencia libre a clases y la modalidad de concursos públicos de antecedentes como vía para acceder a los cargos docentes.
A su vez, se estableció que la universidad es laica y debe ser un ente dinámico y en constante renovación investigadora y extensionista, buscando permanentemente respuestas a los problemas de su tiempo.
El movimiento estudiantil de Córdoba tuvo su influencia en Honduras en la década del cuarenta y cincuenta, hasta el punto que el tema de la reivindicación de autonomía universitaria cobró fuerza como una exigencia popular y política en aquella época incluso llegando a conformar parte del proyecto político de algunas instituciones partidistas donde abanderaban la autonomía para la Universidad de Honduras.
En aquella época la universidad de Honduras, hoy Universidad Nacional Autónoma de Honduras, dependía de la Secretaría de Educación tanto en la parte administrativa y académica, ya que era la Secretaría de Educación que realizaba el reconocimiento de títulos, autorizaba la creación de escuelas académicas, la contratación y nombramiento de personal docente, aprobaba la emisión de planes y programas de estudio, las equivalencias y la autorización del presupuesto.
Este escenario predominó hasta el año de 1957, en el cual conquistó la autonomía. Desde ese año a la fecha se ha creado cinco universidades públicas en Honduras, de las cuales a pesar de ser públicas ninguna puede ser autónoma en la parte académica, administrativa o financiera, ya que todas dependen de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, la cual, según el artículo número 160 de la Constitución de la República, le otorga la exclusividad de organizar, dirigir y desarrollar la educación superior y profesional de Honduras.
A pesar que estamos en el siglo XXI en Honduras, somos el único país de Centroamérica que seguimos manteniendo el mismo modelo de educación superior, bajo el control absoluto de una única universidad pública.
Es momento para plantear algunas acciones y ajustes a la normativa legal de parte del actual gobierno, que permitan el crecimiento académico de las universidades públicas de Honduras. La educación superior no puede seguir condicionada por una única universidad, la cual se convierte en juez y parte de los procesos académicos.
Es momento de realizar los cambios que permitan que cada universidad pública pueda “formular su propia legislación interna, designar sus autoridades, autogobernarse y planificar su actividad académica, así como disponer de sus fondos con entera libertad”.
Es momento de brindarles a las universidades públicas hondureñas por lo menos la libertad académica, pero con responsabilidad. No es posible seguir con el mismo modelo, si sabemos que el mundo está en constante transformación. ¿Por qué la educación superior hondureña tiene que seguir detenida en el tiempo?.