Columnistas

Cambios y sus impactos en Honduras (II)

VIH-Sida. A partir de la década de los novecientos ochenta ocurrieron los primeros casos de infectados, lo que generó rechazos y ostracismo hacia los homosexuales, sin percatarse la población que se transmite independientemente de género y opción sexual. Tal pandemia vino para quedarse, si bien ahora se cuenta con fármacos que prolongan la vida y su calidad en los afectados.

Maras. Inspirados en el accionar de las salvadoreñas establecidas en California, se instalaron en nuestro país, creciendo rápidamente vía reclutamiento entre la juventud marginada, carente de afecto y oportunidades educativas y laborales.

Tráfico y consumo de drogas. En la década de los novecientos setenta fue creciendo su comercio vía Colombia, por civiles y militares, cuyos nombres fueron divulgados por Alfredo Landaverde, posteriormente asesinado. Honduras ha dejado de ser mera ruta de tránsito hacia México y Estados Unidos, afectando en sus vidas y bienes a miles de compatriotas adictos. Ante la impunidad aquí prevaleciente, los grandes capos han debido ser extraditados a pedimento de Washington. Hoy el narcotráfico ha infiltrado a políticos, empresarios, banqueros en los más prominentes estratos y el Estado es un narcoestado más.

Reformismo castrense. El ejemplo del Perú del general Velasco Alvarado inspiró a jóvenes oficiales con estudios de Estado Mayor para, tras el golpe al gobierno de Cruz (1972) iniciar un programa reformista encabezado por López Arellano que impulsó cambios significativos en su momento, en reforma agraria en búsqueda de la “actualización histórica” de una nación controlada tradicionalmente por élites conservadoras aferradas al status quo, no dispuestas a renunciar a sus privilegios clasistas.

Defensa y protección del medio ambiente. La toma de una conciencia ambientalista por comunidades indígenas, garífunas, mestizas y su lucha por preservar aguas, suelos, bosques encontró respuestas violentas por empresas energéticas, ganaderos, corporaciones mineras, madereras, turísticas favorecidas por el modelo extractivo oficial. Mártires han sucumbido a los depredadores nacionales y foráneos.

Neoliberalismo. Desde 1990 a la actualidad, el modelo dictado por el Consenso de Washington, en su creencia que la globalización económica y la propagación de mercados libres traería estabilidad y aseguraría el dominio de Estados Unidos en el orden internacional, ha sido adoptado en naciones tercermundistas, algunas de las cuales lo han descartado por ahondar las desigualdades, concentrar la riqueza en plutocracias, intensificando la conflictividad social. Los exegetas de este paradigma triunfalista (“El fin de la Historia”), omiten que la expansión económica constituye tan solo un instrumento para el desarrollo humano y social, mismo que tiene mayores probabilidades de sacar de la pobreza y miseria a millones de personas que el mero crecimiento económico.

Economistas otrora portavoces de la Escuela de Chicago de Friedman, Stiglitz y Krugman (ambos Premios Nobel de Economía), entre otros, han comprendido y rectificado sus cosmovisiones. Más mujeres ingresando al mercado laboral y a la educación superior. Con ello alcanzando relativa igualdad de género con los hombres e independencia económica, cuestionando la tradicional subordinación al sexo opuesto. Su creciente participación en empresas, política, diplomacia, cultura, es positiva, si bien, el machismo y patriarcado siguen vigentes.

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