Chocolate en Olanchito

  • 02 de septiembre de 2024 a las 00:00
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Hace 4000 años el cacao crecía en las selvas Amazonia y Orinoco. Los primeros cultivadores en Centroamérica fueron habitantes de Puerto Escondido (hoy sitio próximo a Olanchito) 1100 años antes de Cristo, extendiéndose a Belice en el 500. Los olmecas de México domesticaron el cacao entre 1500 a 400 a. C., cuando los mayas comenzaron a asignarle valor de cambio. Pero atención: uno es el cacao y otro el chocolate.

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Los iniciales residuos de una bebida a base de cacao aparecieron en una vasija de cerámica hallada en el sitio sagrado Cerro Manatí de Veracruz, México (datado por Carbono 14 como 1750 a. C.). La rodeaban objetos suntuosos: hachas labradas en jadeíta, pelotas de hule, mazos de madera y estacas de punta quemada, semillas de jobo, coyol, nance, calabaza, huesos de tortuga y de venado cola blanca.

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Tal vasija de engobe rojo y manchas negras fue creada para contener bebidas tipo chicha (cerveza de maíz), chocolate y atole, preparaciones consumidas exclusivamente por jerarcas y gente de alto prestigio social. La evidencia del cacao en ella indica que su compuesto es anterior a las encontradas entre los mayas de Belice y Puerto Escondido.

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Ka’kaw llamaban los mayas al árbol del cacao por el fuego (kakh) escondido en sus almendras, y al chocolate nombraban chocolhaa o agua (haa) amarga (chocol). La palabra náhuatl cacahuaxochitl se refiere a la flor (xochitl) del árbol de cacao. Su brebaje acre era consumido por reyes y nobles, así como usado para prestar solemnidad a ciertos ritos sacros. Libros rituales describen varias formas para elaborar y perfumar la bebida: más aguado o más espeso, con más o menos espuma, con aditamentos como miel (hikoth), maíz o Ixim y chile picante. El chocolate tenía fines terapéuticos y simbolizaba vigor físico y longevidad. Los médicos mayas prescribían cacao como estimulante o para efectos calmantes. El guerrero lo consumía cual reconstituyente y empleaba la manteca como ungüento para heridas y como moneda.

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Decían que Quetzalcóatl lo había regalado para aliviar el cansancio y deleitar el reposo. Debía ser blando y espumoso, bermejo y puro, sin mucha masa; se le agregaba especias como vainilla, chile o miel de abeja. Era agua amarga y los aztecas le mezclaban chile y harina de maíz como emulsionante que absorbiera la manteca. La hacían espumosa vertiéndola de un recipiente elevado a otro, pero luego inventaron un molinillo que generara espuma. Fue Hernán Cortés quien en 1528 exportó sus granos por primera vez a Europa.

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Había festivales mayas para honrar al dios del cacao, Ek Chuah, evento que incluía sacrificios de perros y otros animales con marcas pintadas de chocolate, ofrendas del fruto, plumas, incienso e intercambio de regalos. El cocimiento de semillas y hojas servía para tratar asma, debilidad, diarrea, fracturas, hijillo, inapetencia, malaria, parasitismo, pulmonía, tos, cólico y envenenamiento. El aceite de semilla era para heridas, erupciones, quemaduras, labio rajado, afecciones dérmicas, dolor de muela, fatiga, malaria y reumatismo. Las hojas tiernas para desinfectar heridas, pero igual podían generar migrañas, jaquecas y molestias gastrointestinales. (Conferencia sobre el cacao en Museo Universum, Ciudad de México).

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