Son negocio y obvio que activados por intereses políticos o por las industrias armamentista y farmacéutica... Explicaba Sun Tzu en su famoso libro “Arte de la guerra” que “todo arte bélico se basa en el engaño y la mejor victoria es vencer sin combatir” o que “es más importante superar a tu enemigo mentalmente que con la fuerza”, en tanto que otro sumo teórico, el prusiano Carl von Clausewitz expresaba: “Hay correlación íntima y orgánica entre la violencia genocida y desalmada ejecutada en enfrentamientos militares, convencionales o no, y las prácticas cotidianas de la acción política que, si bien no implican el asesinato de otros (a veces sí) aplican reglas cuyo objetivo es desacreditar, anular y destrozar la vida del otro, aunque no le arrebaten la existencia”. Perfectas palabras para las campañas actuales que buscan desacreditar cualquier acción de gobierno.
Además de que “en guerra y en acción política operan las mismas reglas, técnicas y patrones psicológicos”. Einstein definió la progresión destructiva emprendida por la humanidad: “No sé con qué armas lucharán la tercera guerra mundial, pero sí sé con cuáles lo harán en la cuarta: con piedras y palos”.
Se batalla mucho en el orbe, el instinto posesivo y extractivo del humano es un vicio. Hoy Israel desola Gaza; Azerbaiyán contra rebeldes armenios; Rusia versus Ucrania; en Siria (tras que el gobierno de Al Assad reprimiera en 2011 manifestaciones populares de kurdos, Frente Nusra y Estado Islámico) sepultaron 350,000 víctimas según la ONU; más la guerra civil en Yemen a hutus apoyados por Irán. Dice ONU que 233,000 murieron allí desde el inicio de la guerra civil de 2020, lo que, cruelmente, implica a grandes potencias.
Ello para no citar bestialidades bélicas sucedidas mayormente en África (aunque igual en el centro de Europa) a saber: guerra desde 1998 en República Democrática de Congo (RDC) que involucra a poderes del mundo y que algunos llaman primera guerra mundial de África. Congo es potencialmente el más rico de África. Y luego el genocidio por hutus contra tutsis en Ruanda (1994) de horrorosa bestialidad: un millón de personas asesinadas, 250,000 mujeres violadas. 95,000 niños ejecutados, 400,000 huérfanos...
De los “civilizados” europeos vale recordar el enfrentamiento en antigua Yugoslavia, que en 1992 se fragmentó en Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia, ahora con altísimas tasas de desempleo juvenil, caravanas migrantes (“zona en proceso de despoblación”) y los peores índices de percepción de corrupción, según Transparencia Internacional.
Complejo y sencillo. Israel expulsa a los árabes de Gaza para apoderarse de su territorio. Tras los acuerdos de 2014, Ucrania prometió dar autonomía a las etnias rusas de Donestk, pero luego el presidente Zelenski anunció que se adhería a la OTAN, lo que posibilitaría ubicar misiles nucleares a minutos de la capital rusa. Bruto Putin si aceptaba. Cuando Ucrania desista de ello, la guerra acaba. O en Congo, país con la maldición de la riqueza (cobalto, cobre, uranio, oro, diamantes, casiterita, coltán, estaño, tantalio, tungsteno), se salvará si dejan de explotarla las potencias.
En tanto, el hombre carezca de ética, habrá guerras.