La agricultura en Honduras está en crisis. Pero en los próximos días el fuerte impacto de la crisis lo sufrirá todo el país, principalmente los departamentos de Choluteca, Valle, Francisco Morazán, El Paraíso, Intibucá y La Paz, del corredor seco, donde la mitad de la población vive en áreas rurales y de estos cerca del 80 por ciento depende de la agricultura.
El problema aumenta cuando se analizan las cifras de pobreza, pues los pequeños agricultores tienden a ser los más pobres.
Son varios los factores que han hecho posible esta crisis agrícola, entre esos factores se encuentran la sequía con sus consecuencias climáticas adversas; la modernización de la agricultura no ha sido una prioridad para los pequeños y medianos productores agrícolas; las empresas agropecuarias se han orientado a producción de productos de bajo valor agregado; la capacidad productiva eficiente de los pequeños y medianos productores no ha sido compartida horizontalmente; otros cuellos de botella son la debilidad institucional y limitaciones fiscales; persistencia en la discontinuidad de las políticas agrícolas de Estado en los cambios de gobierno y de funcionarios; personal técnico deficiente en todos los niveles ejecutivos; poca o ninguna inversión en la investigación y nula extensión agrícola; falta de aplicación de técnicas y tecnologías modernas apropiadas; créditos inoportunos, nada eficientes y con baja eficacia; insumos caros y sin control; bajos precios de los productos agrícolas; inseguridad ciudadana, alimentaria, financiera y jurídica; y se suma la corrupción permisiva, la cual le da el tiro de gracia a cualquier actividad productiva legal, entre otros.
En cuanto a soluciones de la crisis en la agricultura existe una larga lista de acciones a considerar para salvar a miles de pequeños y medianos productores agrícolas de Honduras: urge invertir sostenidamente más y mejor en la actividad agropecuaria para que tenga éxito. En cuanto a los productos de exportación se necesita una política comercial multidimensional y más integrada a la estrategia de desarrollo y a la política general del Estado, a pesar de las altas distorsiones de los mercados internacionales, se hace necesario invertir en medidas como capacitación, investigación y desarrollo, producción y productividad agrícola, inocuidad, trazabilidad, promoción y mercadeo.
Definitivamente es hora de salir del pozo a través de un cambio real y sostenido en la agricultura de Honduras, echando fuera el populismo y la demagogia, y, desde luego, el clamor popular es combatir y eliminar la corrupción. Cada lempira desviado quita la oportunidad de ser feliz a una familia rural o a la familia de un productor agrícola. Un cambio, donde el pequeño y mediano productor agrícola ocupe atención especial, ellos son la mayoría en el universo de la agricultura hondureña, por lo que socialmente constituyen una fuerza y poder importante tanto en lo económico como en lo político. La quiebra económica de los actores de la pequeña y mediana agricultura ciertamente quebrará las bases democráticas de la nación.
Los productores agrícolas aspiran a oportunidades para que sus unidades de producción cuenten con técnicas y tecnologías apropiadas y rehabilitadas permanentemente, a preparar bien sus tierras, adquirir insumos de calidad y de bajos costos, alcanzar excelentes rendimientos de sus cosechas, que sus producciones tengan mercados seguros y que el gobierno regule en primer lugar la compra de las cosechas nacionales previo a cualquier importación, alcanzar precios que le garanticen rentabilidad, a que no les falte financiamiento y protección del riesgo, contar con permanente asistencia técnica, a tener seguridad ciudadana, jurídica y social, ser distinguidos y atendidos con respeto, que sus acciones sean predecibles, a integrarse como copropietario de la agroindustria, a poseer las comodidades de la vida actual, una vivienda digna, salud y educación hasta la universidad para sus hijos, automóvil, energía eléctrica, telefonía y servicios sociales básicos.
El calvario que enfrenta la actividad agrícola en Honduras se presenta complejo y los ciclos no parecen terminar. La actual crisis de la agricultura no es coyuntural ni transitoria, sino evidentemente estructural y de largo plazo. Manos a la obra, hagamos el cambio.