Columnistas

Crítica constructiva y crítica destructiva

¡Qué fácil es “debatir” descalificando, reduciendo y atacando a las personas que asumen compromisos de país!

En nuestro contexto parece simple reducir el trabajo y, sobre todo, la apuesta de transparencia, lucha contra la corrupción, el fortalecimiento y la mejora continua de ciertas instituciones del Estado. Pareciera que estamos acostumbrados a personajes que sin conocimiento de causa opinan, debaten y hacen juicios de valor duros sin posiciones sostenidas o bien argumentadas que se vuelven parte de las discusiones diarias, a veces hay que analizar los intereses y necesidades profundas de las personas y la forma cómo defienden sus posiciones, que muchas veces no admiten puntos de encuentro o de equilibrio; mientras del otro lado, el silencio de la mayoría que, siendo afectados, se convierte en cobardía.

El reconocimiento de las partes involucradas en un conflicto, sobre la existencia de los múltiples problemas cuyas causas pueden ser problemas estructurales, de información, relaciones interpersonales, distribución de poder, valores, ideologías, intereses y su necesaria solución, para ello, es importante deponer los intereses personales y de otro tipo que permita la instauración de esos tan necesarios espacios para la comunicación y el diálogo respetuoso en donde se consensuen posiciones que comprometan la voluntad de las partes para prevenir, manejar y resolver sus diferencias basadas sobre lo posible y los preceptos legales.

No es destruyendo la imagen de las personas e instituciones como se construyen valores y se avanza en la modernización de un país, se trata de que cada persona brinde sus aportes, conocimientos y mejores esfuerzos para garantizar su funcionalidad en bien no de unos pocos, sino de todos y todas, además de sentir que sus aportes y los míos son valiosos y necesarios, como bien lo decía Alfonso G. Zelaya: “El orgullo de hacer las cosas bien, el entusiasmo de sentirse satisfecho de querer los suyo, es la sana recompensa de los fuertes, de los que tienen el corazón robusto y el espíritu limpio”.

*Directora del Observatorio de Violencia de la UNAH