Ya dio inicio el éxodo inverso de nuestros compatriotas que un día tomaron el camino escabroso hacia los Estados Unidos en persecución de ese ilusorio Sueño Americano que tantos creen proporciona dólares abundantes, suficientes para garantizar una vida mejor. Nuestros compatriotas hondureños dejaron familia, padres veteranos, hijos de pan en mano, amistades y muchos empleos estables, con la seguridad de que un nuevo sol alumbraría su vida de pobreza de zozobra y desesperanza.
Solo los corazones insensibles no se conduelen frente a las imágenes inhumanas de jóvenes desencajados descendiendo de los aviones de la desilusión con cadenas en los pies y esposas en las manos. Esas manos que no fueron al norte a implorar limosna si no que a contribuir arduamente con su trabajo honrado en faenas agrícolas o de otros campos donde los norteamericanos nativos no les interesa participar.
El camino al infierno esta lleno de buenas intenciones y esto se presta para confundir a muchos. Para llegar al cielo las buenas intenciones deben ir acompañadas de acciones inteligentes y oportunas. El gobierno ha anunciado, en cadena nacional, un gran plan financiero para apoyar a estos jóvenes retornados, que consiste en $100 para sus gastos inmediatos al arribo y posteriormente $1,000 como capital semilla para los que emprendan actividades microempresariales; en hora buena, cualquier centavo ayuda, pero esto de ninguna manera es suficiente. Los jóvenes que partieron de Honduras lo hicieron en gran cantidad porque no encontraron empleo u ocupación rentable y eso es precisamente lo que demandan y necesitan ahora, a su retorno. Para muchos, $100 no serán suficientes ni para cubrir los gastos de transporte a sus hogares y $1,000 pueden representar el sustento familiar de supervivencia por 15 días. ¿Cuál es entonces el camino de solución correcto? Es establecer un programa concertado entre sector privado y gobierno para diseñar marcos estratégicos que procuren el reavivamiento del mercado laboral, que garantice puestos de trabajo permanentes con remuneraciones dignas. El gobierno no puede prometer ni garantizar que absorberá un cuarto de millón de personas en la fuerza laboral del gobierno bajo los recursos que proporciona el presupuesto nacional. Así como no lo pudo garantizar ni proporcionar a todo el activismo político que se ilusiono con el triunfo de la presente administración pública.
Paralelo al drama interno que provoca este ingreso masivo de compatriotas se encuentra la situación peligrosa a que hemos llegado por el deterioro de nuestras relaciones diplomáticas con el país del norte. No obstante las múltiples voces de alerta que se vienen escuchando en el país desde hace 3 años, la soberbia y la terquedad de algunos funcionarios metidos a aprendices de brujos políticos, ha provocado la animadversión del gobierno de Trump, que ya amenazo con endurecer hasta las remesas que han constituido parte de la columna vertebral de la economía nacional. Doña Xiomara, las heridas son profundas; requieren atención urgente.