Tegucigalpa
Dios, el ser omnipotente, omnisciente, omnipresente perdona a aquellos que cortan sus pecados de tajo, dejando el camino libertino, de la avaricia pero rebate la doblez de los inicuos que juran “justicia” y “pureza” exigiendo un diálogo nacional para cubrir sus picardías, saciar sus apetitos y destruir la nación.
Un coloquio es franco cuando cada uno de los involucrados se despoja de sus marcadas y usuales codicias. La oposición que tanta exige “limpidez” se niega a conversar con el presidente Juan Orlando Hernández Alvarado. Sus antecesores y rivales creen que es el menos indicado para dirigir el país y ellos lo cedieron al mundo ruin. Mimaron los narcos ¡Indecentes! Los cabezas de la Alianza de Oposición alegan que JOH ganó con fraude y por tanto no irán a ninguna plática donde solo caben sus pedidos y sus dogmáticas posturas. Salvador Nasralla hoy acepta platicar, mañana no. Un día dice que desea hablar a solas con el indómito y luego exige un árbitro mundial al modo futbolero.
En medio de estos dimes y diretes juzgamos: ¿Qué quieren al final de esta trama por sacar del poder a Hernández Alvarado? Denotan ambición. JOH les reiteró parlar por separado, les envió cartas, planteó varios escapes pero Nasralla insiste que no desea ni verlo en pintura y que la única salida es echarle fuego al país hasta matar su frágil economía.
El hombre de X-0 Da Dinero, apoyado por fuertes empresarios locales, incita al caos todos los días mientras su asesor y pana, el insigne Manuel “Mel” Zelaya Rosales también declaró guerra permanente hasta tumbar al lempireño. Irónicamente, el señor de Los Horcones fue visto dándose “picos” con Mauricio Oliva, presidente del Congreso Nacional. ¿Quién los entiende? Nasralla en el fresco pasado dijo ser de “centro derecha” y que jamás haría pactos con Libre por ser de izquierda ni mucho menos con la cachos. Ahora, su ídolo es “Mel” a quien idea casto y califica de corrupto a JOH. Así quieren diálogo los “demócratas” aristócratas que dicen amar el país y por la espalda lo apuñalan como cobardes. ¡Impuros e hipócritas!