Columnistas

El cambiante mundo y las elecciones en Venezuela

Para muchos que conocimos la Unión Soviética en los años de esplendor de aquella experiencia que había tenido su origen en la revolución de octubre en la Rusia zarista 1917 y haber visto los desfiles militares en la Plaza Roja de Moscú, la conclusión obligada era que esa experiencia, forjada en la heroica lucha del pueblo soviético, era inexpugnable.

No obstante, como resultado de contradicciones internas que vivía aquella experiencia; en un proceso pacífico, se desintegraron las estructuras políticas federales, que terminó con la independencia de las quince Repúblicas de la Unión Soviética en 1991. Con lo anterior, desapareció una de las partes de la contradicción más fuerte en las relaciones internacionales, la lucha entre la Unión Soviética y Estados Unidos.

En aquellas circunstancias, cada una de las potencias buscaban demostrar la superioridad en el campo económico, político, social y militar. Con el derrumbe de la Unión Soviética, los sectores conservadores celebraron el advenimiento de un mundo unipolar, dominado por Estados Unidos y sus aliados.

Esa realidad no duró mucho, con la llegada de Vladimir Putin al poder, Rusia se ha convertido en una potencia, que, con la participación de otras naciones, las relaciones internacionales ahora están signadas por la multipolaridad.

EL desaparecimiento de la Unión Soviética tuvo otros efectos más duraderos. Las ideas del socialismo, aunque siguen teniendo un ideal de justicia, sufrieron una derrota. En la izquierda latinoamericana se consolidó la idea que el poder se podía obtener por la vía de procesos electorales. La democracia electoral, teóricamente, demandan unas reglas para las cuales esa izquierda no estaba preparada.

Esas reglas consisten en elecciones periódicas, alternabilidad en el poder y libre juego de ideas. Todo esto, en una región, donde la apuesta democrática electoral está lejos de ser un mecanismo de transformación de la sociedad.

El próximo 28 del presente mes se va a un proceso electoral en Venezuela, país con enormes complejidades, dado a sus abundantes recursos, altos niveles de intervencionismo externo y elevados niveles de polarización. La cantidad de empresas encuestadoras y el visible interés en dar por adelantado esos resultados; vuelve impredecible el veredicto de los electores en las urnas. Todo puede ocurrir.

Con las transformaciones económicas, tecnológicas y políticas; vivimos lo que el sociólogo polaco llamaba modernidad líquida, donde las instituciones y sus estructuras sociales, lejos de ser inmutables e incuestionables se han disuelto.

No hay un orden inalterable. Todo se diluye, como las cosas líquidas, ─sentenciaba el sociólogo en mención. A menos que, los líderes políticos, como decía Fidel Castro en su definición de revolución, tuvieran la capacidad de cambiar todo lo que se pueda cambiar y tener un sentido del momento histórico en que vivimos, es que, los procesos sociales podrían tener mayor estabilidad, progresividad y sentido de justicia.