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El esperado giro a la izquierda en el Reino Unido se confirma

Tal como auguraban todas las encuestas y estudios de opinión, los laboristas ganaron con una rotunda y contundente mayoría las elecciones generales celebradas en el Reino Unido el pasado cuatro de julio. Con todo, el porcentaje obtenido por los laboristas fue algo menor (superó apenas el 33% de los votos) del esperado y solamente a merced de un sistema electoral uninominal, mayoritario y con una sola vuelta, el Partido Laborista logró obtener 412 escaños de los 650 del parlamento británico. Una gran mayoría que les permitirá gobernar cuatro años sin problemas.

Con apenas 121 diputados, los conservadores han obtenido uno de los peores resultados de su historia y así se cierra, de esta forma catastrófica, un largo ciclo conservador caracterizado por un fracasado Brexit, que solamente ahondó las diferencias entre los británicos y eclipsó el liderazgo político y económico del Reino Unido en el mundo. El periodo conservador también ha estado condicionado por graves problemas en el sistema de salud, la educación y los transportes y las presidencias fracasadas de Boris Johnson -con su pésima gestión de la pandemia y sus famosas fiestas en Dowing Street- y Liz Truss, que hundió a la economía británica en días y tuvo que salir de una forma bastante poco airosa de la historia británica. El engaño y la mentira han sido una constante en estos años liderados por los conservadores y, como señalaba el periódico Huffpost al analizar estos comicios, las cúpulas conservadoras utilizaron el Brexit en provecho propio aun sabiendo que conducían al país al despeñadero y casi a la irrelevancia. Siguiendo las tradiciones políticas británicas, el ya ex primer ministro conservador, Rishi Sunak, anunció su retirada y pidió perdón a los electores por sus errores durante años.

Ganadores y perdedores

Luego, a lo que se refiere al resto de las formaciones que concurrían a las urnas, como el Partido de la Reforma del Reino Unido, liderado por Nigel Farage, resaltar que consiguió un digno 14% de los votos y logró entrar por primera vez en el parlamento con apenas cuatro diputados, un resultado más bajo del esperado y muy lejos de algunas encuestas que le señalaban en términos porcentuales muy cerca de los conservadores y con una mayor presencia parlamentaria. Pese al éxito de haber entrado en el legislativo, los resultados son insuficientes para una formación que rivalizaba con los conservadores por el segundo puesto y una mayor presencia parlamentaria.

Uno de los grandes ganadores de noche es, sin duda, la formación liberal-demócrata, que habiendo subido apenas en términos porcentuales un 0,8% de los votos, pasando del 11,4% al 12,2%, ha obtenido unos excelentes resultados en términos parlamentarios, pasando de 8 diputados en 2019 a 71 en el 2024. Un gran resultado que permitirá a los liberal-demócratas tener un mayor peso en Westminster y una mayor proyección en su liderazgo de cara a futuras contiendas electorales. La concentración del voto liberal-demócrata en una serie de circunscripciones estratégicas es lo que explica la robustez de sus resultados en escaños obtenidos.

Otra de las fuerzas que puede cantar victoria en estas elecciones son los verdes, ya que han pasado de una solo diputado en el legislativo británico a cuatro y también del 4,1% al 6,8% en términos porcentuales. No cabe duda que los verdes son una fuerza en alza en la política británica y que rompe el tradicional bipartidismo entre conservadores y laboristas en varios distritos electorales.

Uno de los partidos claramente derrotados en las urnas es el Partido Nacionalista Escocés, que pasa de 46 diputados a 9 y pierde un tercio de sus votos. No cabe duda que el electorado escocés ha dado la espalda a los nacionalistas tras una serie de sonados escándalos que afectaron a varios de sus dirigentes y también, quizá, porque ya el nacionalismo ha dejado de ser un elemento de movilización, en términos políticos, en la sociedad escocesa. En estas circunstancias, convocar una consulta independentista, tal como pretendían los nacionalistas, sería una suicidio político de consecuencias imprevisibles para los mismos .Por otra parte, la recuperación del liderazgo y del primer puesto en votos por los laboristas en Escocia abre un escenario bien distinto al actual dominado por los nacionalistas en el parlamento escocés.

Para terminar, no cabe duda que comienza un nuevo ciclo en la vida política británica y que el giro a la izquierda se ha materializado en el Reino Unido, aunque con matices debido al aumento del voto del centro derecha que aún tiene la mayoría de los sufragios en el país (50,6% del total de los emitidos) y la emergencia de otras fuerzas progresistas, como los verdes. Aparte de esas consideraciones, la agenda del laborismo es sumamente compleja y plagada de grandes desafíos, entre los que debemos destacar el alto coste de la vida en un país sin grandes amortiguadores sociales, el estancamiento de la productividad y el crecimiento económico, una alta presión fiscal que se encuentra en su punto más alto en los últimos sesenta años, el fallido Brexit que no ha dado los resultados esperados, una alta conflictividad laboral que se manifiesta en numerosas huelgas y el control de las fronteras ante una nueva oleada migratoria hacia el Reino Unido. Dar una respuesta a estos problemas, algo que demandan los ciudadanos, será fundamental de cara a concretar la agenda del nuevo ejecutivo que ya preside Keir Stramer.