No es fácil valorar la integración del nuevo gabinete de gobierno, que acompañará la gestión gubernamental de la presidenta electa doña Xiomara Castro de Zelaya, especialmente cuando únicamente dispongo de la información general brindada por algunos medios de comunicación nacional.
A pesar de las limitaciones indicadas, me propongo realizar una primera aproximación acerca de la composición del cuerpo gubernamental ya referido, sin que ello constituya una opinión categórica acerca del tema.
Lo primero que llama la atención es la reducida cantidad de mujeres que integran el nuevo gabinete, especialmente teniendo en cuenta que apenas 6 de las 10 que conforman el mismo tienen responsabilidades de primer orden. Tratándose de la primera mujer que ocupa la presidencia en 200 años en nuestro país, lo normal hubiese sido que el sexo femenino tuviera mayor peso en el gabinete.
Lo segundo que se debe resaltar consiste en que los puestos del gabinete lo ocupan en forma aplastante los miembros del partido Libre (77.5%), con apenas dos del Partido Salvador de Honduras (PSH), dos liberales y uno de Honduras Humana, lo cual nos deja la impresión de una pobre representación del PSH y un insuficiente esfuerzo por conformar un gabinete de integración nacional, tal como manda el artículo 5 de la Constitución de la República.
Otro aspecto que se debe resaltar es la composición profesional del gabinete, aunque apenas logramos identificar un 72.5% de las carreras universitarias del mismo: ocho abogados, cuatro sociólogos, cuatro ingenieros, tres doctores, tres economistas, dos periodistas, dos historiadores, un politólogo, un empresario y un policía. Desconocemos la formación profesional del otro 27.5% del gabinete, pero ateniéndonos a la regla del 80/20, debemos afirmar que el mismo está muy bien estructurado, ya que conforman un cuerpo multidisciplinario que logrará darle un enfoque multidimensional a los problemas que aborden y a las decisiones que adopten.
También es digno de mencionar que un 20% del gabinete son jóvenes menores de 35 años, los cuales sin duda le imprimirán mayor pasión y dinamismo a tan destacado órgano, quienes -combinando su empuje con la experiencia de sus compañeros(as) de mayor edad- lograrán conducir por un rumbo más enérgico a tan diverso cuerpo gubernamental.
Reconozco que integrar un gabinete de gobierno no es una tarea fácil de realizar, particularmente teniendo una militancia tan variopinta como la del partido Libre, y especialmente cuando se ha estado tanto tiempo en la llanura, sin disfrutar de las mieles derivadas del ejercicio del poder del Estado.
Imagino que las demandas para ocupar cargos públicos han sido numerosas y variadas, sin que la cobija y la cama alcance para tanta gente, que seguramente recriminarán a la nueva gobernante por no haberlos tenido a ellos o a sus familiares en cuenta, peor aun cuando aportaron modestas y hasta grandes sumas de dinero para financiar la campaña electoral y la toma de posesión. Dios la ampare de tanta recriminación y reproche. Aun así, la mayoría de hondureños le deseamos a la presidenta y su gabinete el mayor éxito posible.
A pesar de las limitaciones indicadas, me propongo realizar una primera aproximación acerca de la composición del cuerpo gubernamental ya referido, sin que ello constituya una opinión categórica acerca del tema.
Lo primero que llama la atención es la reducida cantidad de mujeres que integran el nuevo gabinete, especialmente teniendo en cuenta que apenas 6 de las 10 que conforman el mismo tienen responsabilidades de primer orden. Tratándose de la primera mujer que ocupa la presidencia en 200 años en nuestro país, lo normal hubiese sido que el sexo femenino tuviera mayor peso en el gabinete.
Lo segundo que se debe resaltar consiste en que los puestos del gabinete lo ocupan en forma aplastante los miembros del partido Libre (77.5%), con apenas dos del Partido Salvador de Honduras (PSH), dos liberales y uno de Honduras Humana, lo cual nos deja la impresión de una pobre representación del PSH y un insuficiente esfuerzo por conformar un gabinete de integración nacional, tal como manda el artículo 5 de la Constitución de la República.
Otro aspecto que se debe resaltar es la composición profesional del gabinete, aunque apenas logramos identificar un 72.5% de las carreras universitarias del mismo: ocho abogados, cuatro sociólogos, cuatro ingenieros, tres doctores, tres economistas, dos periodistas, dos historiadores, un politólogo, un empresario y un policía. Desconocemos la formación profesional del otro 27.5% del gabinete, pero ateniéndonos a la regla del 80/20, debemos afirmar que el mismo está muy bien estructurado, ya que conforman un cuerpo multidisciplinario que logrará darle un enfoque multidimensional a los problemas que aborden y a las decisiones que adopten.
También es digno de mencionar que un 20% del gabinete son jóvenes menores de 35 años, los cuales sin duda le imprimirán mayor pasión y dinamismo a tan destacado órgano, quienes -combinando su empuje con la experiencia de sus compañeros(as) de mayor edad- lograrán conducir por un rumbo más enérgico a tan diverso cuerpo gubernamental.
Reconozco que integrar un gabinete de gobierno no es una tarea fácil de realizar, particularmente teniendo una militancia tan variopinta como la del partido Libre, y especialmente cuando se ha estado tanto tiempo en la llanura, sin disfrutar de las mieles derivadas del ejercicio del poder del Estado.
Imagino que las demandas para ocupar cargos públicos han sido numerosas y variadas, sin que la cobija y la cama alcance para tanta gente, que seguramente recriminarán a la nueva gobernante por no haberlos tenido a ellos o a sus familiares en cuenta, peor aun cuando aportaron modestas y hasta grandes sumas de dinero para financiar la campaña electoral y la toma de posesión. Dios la ampare de tanta recriminación y reproche. Aun así, la mayoría de hondureños le deseamos a la presidenta y su gabinete el mayor éxito posible.