Columnistas

El orlandismo, su remanente y el Partido Nacional

Lamentablemente, el legado de Juan Orlando Hernández (JOH) para Honduras fue entronizar la corrupción en los sistemas social, económico, político y de los partidos políticos, creando una red de escenarios de difícil pero no de imposible solución.

No cabe la menor duda del profundo y grave daño que JOH y el orlandismo causaron a Honduras y al Partido Nacional; tal fue la rabia e indignación que un sector del nacionalismo dio voto de castigo a los candidatos de su propio partido, votando útilmente por la candidata Xiomara Castro, contribuyendo decididamente en su victoria presidencial.

Ahora, el remanente del orlandismo continúa deteriorando el funcionamiento, la estructura y la competitividad política y electoral del partido de la “Justicia Social con Libertad y Democracia”. Ciertamente, continuando en el error, habrá otra gran fuga de votos, a menos que salgan del error, engaño y confusión, abriendo las puertas a la ética, a la moral, a la justicia, a la capacidad, virtudes estas encontradas en el nacionalismo, en sus hombres, mujeres y jóvenes.

El remanente orlandista, al seguir manteniendo su empeño de no entregar los sellos del instituto político, ambicionan continuar siendo la autoridad, el poder y el dueño del Partido Nacional de Honduras, se incluyen los diputados, alcaldes y los funcionarios en los distintos poderes del Estado e instituciones autónomas, que, desde esas posiciones negocian pactos de impunidad y candidaturas. Inequívocamente, poco o nada les importa el partido de la “estrella solitaria”, solamente lo utilizan como instrumento para evadir la justicia y proteger sus intereses personales.

Este remanente debe hacerse a un lado, y dar paso a una nueva generación de políticos de ficha limpia, garantizándoles un proceso de elección democrática limpio, sin fraude y sin contubernio, abriría la puerta a las posibilidades de triunfo del Partido Nacional, por ser el partido político mayoritario, debidamente estructurado y mejor organizado de Honduras.

La salida del gobierno, la extradición, el juicio, la declaración de culpabilidad, la condena de 45 años en prisión de JOH y sus informaciones al sistema de justicia norteamericano, ha causado angustia y tormento en políticos y funcionarios dentro y fuera del actual aparato gubernamental, quienes, reitero, presionan negociaciones de impunidad, cobros y pagos a cambio de protección y encubrimiento.

El nacionalismo, el pueblo hondureño, la comunidad internacional y particularmente la justicia hondureña e internacional conocen por nombre y apellido de todos aquellos cómplices de los actos de corrupción de JOH, por lo tanto, deben ser capturados, sometidos al proceso de enjuiciamiento y pago de condena, para limpiar la imagen Honduras y del Partido Nacional. Desgraciadamente, en la misma condición se encuentran los Partidos Libre, Liberal y Partido Salvador de Honduras, los cuales están infiltrados por la corrupción desde sus altas dirigencias.

Honduras urgentemente necesita un cambio de políticos con valores éticos y morales, sobre todo temerosos de Dios. Queda planteado.