A cualquiera en el poder le va fatal la oposición, pero es fundamental para el ejercicio democrático, el problema es que algunos se pasan de rosca, no sólo se oponen a todo, sino que intentan imponer su criterio y sus formas de vida como si fueran las únicas y correctas.
Anidan en redes sociales, irrumpen jactanciosos en WhatsApp y declaran en los medios con fingida maestría que sin sus iluminadas propuestas, Honduras será pronto un indeseable paisaje apocalíptico en que la democracia será apenas un recuerdo.
Diría Spiderman: ¿de dónde salen estos tipos? Algunos son militares retirados que van y vienen holgadamente entre sus casas y haciendas que -como no queremos pensar mal- lograron con sus envidiables pensiones y alguna inesperada herencia familiar siempre por confirmar.
También hay otros tipos nostálgicos de un tiempo que se fue demasiado rápido, que no les dio oportunidad de enterarse que el mundo gira veloz y las cosas cambian, que su pensamiento conservador se congeló hace décadas.
Desde luego, hay gente detenida en el tiempo en ambas partes de la dicotomía política izquierda y derecha, pero como está en el poder un gobierno que se califica socialista, se nota el agobio y el trastorno de algunos que por muchos años se apropiaron del país y consideran intrusos a los que gobierna ¿qué tal?
Es inquietante, por ejemplo, algunos militares metidos a políticos: Romeo Vásquez, Luis Maldonado o Isaías Barahona -hay más, claro- que sufrieron una educación dogmática para la defensa del statu quo y creen que sus verdades son incontestables.
Los cito como casos extremos, pero entre ellos hay unos cuantos hondureños más, convencidos de que todos debemos pensar igual; que sólo hay un sistema y su concepto de democracia es el correcto; el que piense lo contrario es un enemigo. Algo así como el pensamiento único.
Dominados por esas ideas casposas tratan de sorprender a los ciudadanos con antiguos conceptos de la Guerra Fría -allá donde quedaron gélidos- y amenazan con que viene el lobo y que los comunistas se comen los niños, como se enseñaba en los años 60.
Por eso no hay debate en el país, no se contrastan las ideas ni los proyectos, el economicismo liberal es la única doctrina válida para ellos; de ahí que cualquier propuesta del gobierno la destruyen, la torpedean, sin considerar que sea medianamente buena.
Es un clásico que la oposición pone límites a los gobiernos y promueve la alternabilidad en el poder, es así desde que los griegos inventaron la democracia. También aprendimos que el pluralismo es saludable para las sociedades: muchos partidos, diferentes pensamientos y la tolerancia.
En nuestro país hay gente honorable que hace una oposición seria y responsable, pero desafortunadamente se pierde en la maraña de oportunistas que se oponen por su interés personal, para negociar beneficios o impunidad; como dicen por ahí, aquí todos nos conocemos.
