Columnistas

En defensa de la dignidad de la vida humana

El artículo 65 de la Constitución de la República de Honduras establece que: “El derecho a la vida es inviolable”. Más adelante en el artículo 67 se consigna que: “Al que está por nacer se le considerará nacido para todo lo que le favorezca dentro de los límites establecidos por la ley”.

A pesar de la claridad de los artículos constitucionales antes citados, en nuestro medio un sector de la población defiende el “derecho al aborto”, negando abiertamente la dignidad de la vida del “que está por nacer”; por ello en vez de llamarlo ser humano, prefieren designarlo como un simple “cigoto”, olvidándose que a partir del mismo “se desarrolla el embrión de un ser vivo” con igual derecho a existir que sus congéneres adultos.

Para tratar de soslayar la responsabilidad moral de condenar a muerte a los que están por nacer, se recurre al expediente de afirmar que el cigoto no es una persona, por lo cual no se incurre en ninguna violación legal al destruirlo químicamente o mediante productos abortivos.

Como de nada serviría recurrir al humanismo cristiano u otros argumentos religiosos, tal vez sea mejor tratar de abordar este delicado tema con el sentido común resultante de la experiencia cotidiana de muchos ciudadanos. Preguntemos, por ejemplo, ¿cuándo una semilla se convierte en planta? Es obvio que después de nacer, pero originalmente fue apenas un débil brote que puede incluir tallos, yemas y hojas. En este caso la pregunta relevante sería: ¿tenemos derecho a extinguir ese brote? Si declaramos respetar la vida, tendremos que negarnos a ejercer ese supuesto “derecho”.

Pensemos además en la oruga o larva de una mariposa, que después es una crisálida o pupa antes de convertirse en adulta o imago. ¿Tenemos derecho de acabar con tal oruga o esa crisálida? Si somos verdaderos defensores de la vida dejaremos que ocurra la metamorfosis hasta que aparezca una bella criatura de colores inigualables.

En resumen, no se puede afirmar defender la vida humana y al mismo tiempo proclamar que somos partidarios de la interrupción de la misma ya sea en las primeras semanas del embarazo o en las semanas posteriores.

Si bien es muy cierto que algunas mujeres optan por el aborto porque su gravidez es producto de una violación, la verdad es que las mismas tienen la posibilidad de dar al recién nacido en adopción, ya que muchas familias hondureñas están deseosas de aceptarlos, aunque sus madres tengan mil razones para despreciarlos y negarles el derecho a vivir y criarse en hogares que les brinden un verdadero amor.