Ya en 2021, la situación en los mercados mundiales de energía llegó a un punto crítico debido a que la demanda superó la oferta a raíz de la recesión por el coronavirus. El ataque ruso a Ucrania siguió a principios de 2022. Meses antes de la invasión rusa, existían preocupaciones sobre la seguridad de las importaciones de gas natural ruso y el aumento de los precios.
La invasión de las fuerzas armadas regulares, así como los innumerables ataques de artillería, también contra bienes civiles, tienen efectos globales. Probablemente el más doloroso es que soldados y civiles están muriendo en Ucrania y, al mismo tiempo, se está produciendo una crisis de hambre de forma aterradora en el sur global.
Para Europa, sin embargo, además de los movimientos de refugiados, la política energética y las consecuencias económicas son más visibles. Además, la estrategia de Rusia de utilizar la riqueza de recursos como herramienta geopolítica está acelerando la inflación en Europa y el mundo y ha planteado una serie de preguntas. ¿Cuánta energía necesitamos, de dónde obtenemos esta energía y es esta energía sostenible, es decir, un producto de tecnologías de bajas emisiones de gases de invernadero?
En vista de esta situación, el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, denominó simbólicamente a la generación de energía renovable “energías de la libertad”, ya que ofrecen más independencia de las importaciones.
El actual ambiente es dramático para Alemania por varias razones. Hasta el año pasado, el gas natural se planteó como la tecnología puente decisivo para permitir la transición a las energías renovables. Ahora, sin embargo, incluso los Verdes, uno de los tres partidos en el actual gobierno federal, han decidido temporalmente confiar más en la energía del carbón, que es muy dañina para el medio ambiente, para ser más independientes frente a la guerra. El uso continuado de las últimas tres plantas nucleares alemanas también se está discutiendo actualmente. No es un debate fácil para los Verdes, formados en la década de 1980 contra la energía nuclear y la contaminación.
De hecho, el fin de la energía nuclear en Alemania se decidió bajo la dirección de la conservadora Angela Merkel en 2011. En Alemania funcionaban hasta veinte plantas nucleares diferentes, pero la catástrofe del reactor en Fukushima, Japón, supuso un cambio en el debate público. El objetivo del actual gobierno federal es la rápida expansión de las energías renovables, en particular la energía eólica en el mar y en tierra, así como la energía solar. Para 2030, al menos el 80 por ciento del consumo de electricidad se cubrirá con energías renovables.
Para ello, su participación debe casi duplicarse en menos de diez años, tarea nada fácil en vista de la inflación, los problemas de la cadena de suministro, los complejos procesos burocráticos y el desafío de la seguridad del suministro. Mientras tanto, se necesitarán más tecnologías puente.
Otros países están optando por una combinación de energía nuclear y energías renovables, como Estados Unidos, el Reino Unido, pero también China e India. El informe Net Zero by 2050 de la Agencia Internacional de Energía predice que la energía nuclear será la fuente de energía de bajas emisiones más importante del futuro después de la energía eólica y solar. Alemania va por un camino con un enfoque diferente, será interesante para la comunidad internacional comparar diferentes modelos en los próximos años y sacar conclusiones de estas comparaciones.