Columnistas

Fortaleza debilitada

Lamentablemente sin despertar, el pueblo hondureño durante años ha tenido la convicción de que algo andaba mal en Honduras. ¿Y cómo no va andar todo mal, si de la misma casa de gobierno ha dado paso con voluntad permisiva la ejecución de acciones con efectos lesivos fundamentadas en la corrupción y la impunidad, trastocando leyes y pisoteando la Constitución de la República? Este ejército de acciones premeditadas resultando consecuencias dañinas y destructivas para la sociedad, practicadas en los tres poderes del Estado y encausándolas a la red de ríos desbordados del robo, soborno, saqueo, mentira, engaño, han forzado al pueblo que arrastren en sus cuerpos cansados la infelicidad, el desánimo, la desesperanza, el desempleo, la pobreza, la miseria, el hambre, las migraciones, la enfermedad y la muerte. Este cuadro maligno de robo, de muerte y destrucción es inaceptable. El pueblo hondureño, incluido el nacionalismo honrado, son testigos de cómo el orlandismo con su gobierno los ha cargado de las mismas necesidades durante todo el tiempo de su administración, hemos visto pasar los días deteriorándose las bases de la estructura familiar, hundiéndose en la pobreza y miseria. El pueblo hondureño se muere a los pocos, su exterminio viene de políticos, funcionarios públicos, empresarios, militares y policías, quienes descaradamente malversan, roban y drenan los dineros del pueblo para sus cuentas personales. Destruyendo el futuro de nuestra niñez y juventud, y la seguridad de nuestros adultos y mayores. El pueblo hondureño guarda en su memoria para nunca olvidar los actos de corrupción del gobierno orlandista: levantaron la bandera de la corrupción e impunidad como una virtud; malversaron los dineros del pueblo para controlar la pandemia y alzaron el trofeo de la muerte por los miles de compatriotas fallecidos por el covid-19, las migraciones y por el hambre; encumbraron el banderín del nepotismo y desempleo; elevaron la banderola del pisoteo a la dignidad humana y los derechos humanos; enaltecieron el blasón de hacer justamente lo malo cuando saben cómo hacer lo bueno. No caben las disculpas cuando todos, absolutamente todos los actos de corrupción fueron premeditados. ¡Pero, felizmente Honduras ya despertó! de esta inaguantable y perversa pesadilla. Y, se puede ver con claridad en el horizonte el resplandor de una fuerte luz esperanzadora cargada de energía social que proclama la Unidad Política en Oposición, una unión de partidos y de movimientos montados en una plataforma de Alianza Electoral que en el caso de Honduras el objetivo primordial es dejar fuera de circulación el régimen autoritario del orlandismo, y trae consigo un plan de gobierno de unidad nacional que responderá a las aspiraciones ciudadanas y del pueblo hondureño en general que desean vivir en sociedades democráticas que reconozcan y promuevan los derechos humanos básicos, que fortalezcan las instituciones, el Estado de derecho y la aplicación de justicia, que fortalezcan los partidos políticos y sus prácticas democráticas, que fortalezcan las organizaciones de la sociedad civil, con reformas electorales genuinas para salvaguardar las elecciones y promover la participación ciudadana que brinde bienestar, esperanzas, confianza y felicidad a la sociedad como un todo.

Esta alianza social de oposición viene con fuerza arrolladora dando voces de cambio para mejorar, y levantando la bandera de la fe, la esperanza y del amor al prójimo.

Esta unión multipartidista carga intrínsecamente el modelo permanente de los principios consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Gobernando con personas capaces para sobrellevar y salir de la crisis administrativa, política, económica, social y asegurar la paz. También, trae las bases para los acuerdos sobre reformas de distinta índole que promuevan un gobierno incluyente y que rinda cuentas y su gobernabilidad sea estable en el tiempo. Desde luego, las alianzas presentan desafíos para los partidos miembros a medida que intentan mantener su propia identidad como partido y a la vez respetar sus obligaciones y mecanismos prácticos de coordinación con los aliados en la coalición. En esta alianza se negociarán acuerdos viables. Es un gran reto, pero ya existe la necesidad sentida de crear la unidad granítica de todas las fuerzas de la oposición para derrotar al gobierno orlandista y salvar a Honduras de esta tiranía. En esta época que vivimos del siglo XXI los enfoques son distintos, hoy en Honduras es fundamental unir la base política, ideológica, empresarial y establecer un nuevo rumbo, un nuevo esquema de gobierno inteligente y sabio para lo bueno, tolerante, que nos permita vivir en paz. No se trata de importar ideas, si no desarrollar las nuestras de acuerdo a los múltiples intereses políticos, económicos, sociales e ideológicos. Ahora, la política es un híbrido ideológico y claro está que, la oposición se fortalece, el orlandismo se debilita, Queda planteado.