¿Golpe?

No se trata de la película de Newman y Redford (The Sting, 1973) sino de la afirmación presidencial sobre sospechas de un golpe de Estado contra su administración y que genera alarma, además de dolor, ya que retrotrae la memoria a las muertes y represión de hace 15 años

  • 09 de septiembre de 2024 a las 00:00
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No se trata de la película de Newman y Redford (The Sting, 1973) sino de la afirmación presidencial sobre sospechas de un golpe de Estado contra su administración y que genera alarma, además de dolor, ya que retrotrae la memoria a las muertes y represión de hace 15 años, instigadas por intolerantes políticos incapaces de negociación.

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En su vida moderna tuvo Honduras varios golpes de Estado (Malaparte popularizó el término coup d’État) destacándose por sangriento el de 1963 contra Villeda Morales, en cuya madrugada de octubre el ejército ametralló guardias civiles en sus cuarteles dormidos, sitió ciudades y asedió a la población civil. Fue una subversión de fuerzas armadas contra su jefe constitucional, no por peligros que él originara (acababa en tres meses) sino por miedo al candidato electoral sin duda ganador, Modesto Rodas, quien prometía poner orden en la corrupta y autoritaria estructura militar de entonces.

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El golpe previo de 1956 contra el usurpador Julio Lozano Díaz es considerado como la única vez en que las Fuerzas Armadas actuaron cual institución y no por intereses individuales, adicional a haber limitado la represión y convocado a elecciones generales limpias.

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La siguiente defenestración (tirar por la fenestra, ventana o fenetre) fue en 1975, en parte como airada reacción al soborno que por venta de la patria pagó UFCo a sumos funcionarios gubernamentales, como también por rencillas entre generaciones castrenses. Llegando luego el de 2009 contra Manuel (“Mel”) Zelaya, que fue en América el primero “de baja densidad”, esto es orquestado por sectores civiles de financieros y congresistas con apoyo militar traidor. Es caso insólito de un partido político que se desconoce y deslegitima a sí mismo y el más envuelto, de todos, en múltiples capas y atmósferas de farsa y corrupción.

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Hasta el que se anuncia o sospecha hoy y que no es, como afirma la presidenta, golpe violento similar a 2009 sino peor: sonoro, inodoro, ladino e hipócrita ya que lo encabeza la peor peste social de la patria. Este que ya está en marcha y proceso es un golpe “mediático” nuevo ya que sin rifles maneja a los medios de comunicación para denigrar, desprestigiar y difamar hora a hora cualquier acción y logro de gobierno con el fin de generar una imagen pública tan negativa que cause repulsión.

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Y de allí que la conserva haya creado centros de respuesta para subir a redes sociales insultos, críticas, seudoanálisis, opiniones falsas, escenificaciones, burlas y vilipendios anclados en engaño y descrédito de sea lo que sea, ya que su final propósito, al cabo de un año o para la justa electoral, es menospreciar, agraviar y denostar a la administración pública desviando la atención realista. O sea desprestigiando al absoluto.

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Sencillo modo: la presidencia transmite la lista de políticos a quienes la justicia norteamericana investiga pero los memes y correos se centran en burlar la transmisión, sin aludir a contenidos. En consecuencia la gente ríe, cree o se ofende, olvidando la lista de corruptos citados. Técnicas de distracción.

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Nadie puede responder a tanta maldad aunque es obvio que el régimen se obliga a mejorar 100% su factura comunicacional, muy deficiente. Ya que o rompemos la mentira o nos inunda con infamia.

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