La representatividad es propia de la democracia y plataforma de aquellas instituciones que, al ejercerla, constituye el poder político que procede del pueblo, pero se ejerce por medio de representantes, legal y legítimamente elegidos por el pueblo, las instituciones o los colectivos.
La representatividad es el instrumento ideal que surgió y se fortaleció en la medida en que el número de componentes (individuos) de una sociedad fue creciendo, de tal manera, que era imposible sostener asambleas donde la gente votara directamente aprobando o improbando iniciativas que afectaran a toda la sociedad.
La representatividad, para ser legítima, debe entonces revestirse no solo de la legalidad que le otorga el cumplimiento de las normas de elección que rigen a su conglomerado representado, sino que debe reflejar también la voluntad manifiesta de este.
En Honduras, la representatividad de muchos responsables de tomar decisiones en nombre de los sectores económicos se ha venido deslegitimando en la medida en que dichos sectores representados han dejado de estar conformados por la gran mayoría de sus genuinos actores.
Por ejemplo, en la organización, que por su propio nombre y propósito debería representar a todo el empresariado del país, brillan por su ausencia componentes sumamente importantes de la actividad económica, como son los micro, pequeños y medianos empresarios, responsables de generar más del 80% de los puestos de trabajo; por otro lado, vemos en el sector laboral un envejecimiento de las figuras dirigenciales de los poderosos sindicatos que constituyeron, durante mucho tiempo, verdaderos centros de poder político.
Estas figuras solo las vemos descollar, unos cuantos meses al año, para negociar el temido salario mínimo. Temido por esa micro, pequeña y mediana empresa y aún por sus trabajadores, porque podría representar su despido. A la gran industria, comercio o banca, el mínimo no le hace ni cosquillas. Sus planillas rebasan esos niveles salariales.
En el tema salarial, es urgente ser creativos y buscar otros medios de compensación que no sea necesariamente por medio del salario indexado que tanto golpea a ese pequeño sector que no tiene quien lo defienda. Poco sirve un aumento de L 500.00 si la medicina, vivienda, alimentación y transporte subirán en conjunto arriba de L 1,000.
Hace muchos años, en un Congreso mundial de trabajadores, se concluyó que era mejor optimizar la calidad de los servicios públicos de salud y educación para que el obrero no dependiera de su salario en la obtención de dichos beneficios. Una sabia política es procurar que una familia tenga más miembros laborando. Esto incrementará el ingreso familiar.
El obrero debe estar consciente de que su salario es individual, jamás llegará a satisfacer el costo de su canasta básica familiar, las empresas contratan personas, no núcleos familiares.En justicia, es inconcebible que un joven inexperto soltero gane lo mismo que un compañero con mayor experiencia y con familia. Estudiemos el modelo y hagamos justicia.