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Ha triunfado la guacamaya

Nunca lo ha sido, pero si fuera una competencia, la guacamaya le habría ganado de lejos al venado cola blanca. También se ha impuesto al pino y a la orquídea Rhyncholaelia digbyana como símbolo de la hondureñidad, además de los colores azul y blanco de la Bandera. A la guacamaya se la puede encontrar en diseños de ropa, en artesanías, en el nuevo billete de doscientos lempiras, en el logo de la liga de fútbol de Honduras, en murales, en las redes sociales representando a Honduras; ya comienza a aparecer en logos y nombres de empresas de diferentes rubros. No hay que olvidar las famosas fotografías con guacamayas en las Ruinas de Copán y en algún que otro municipio.

Creo que esta preferencia de los hondureños ha concluido en el encuentro de un símbolo auténtico con el que todos nos sentimos cómodos y contentos. Probablemente se deba a que las guacamayas son unas aves hermosísimas, de colores amigables y definidos y de fácil representación. No puedo dejar de decir que transmite exotismo, nobleza y libertad, como casi todas las aves. Desde el punto de vista de la lengua, nuestra ave nacional tiene un nombre agradable al oído. Tanto guara roja como guacamaya, aunque los hondureños hemos optado por el segundo nombre.

Debo decir, que hemos tenido una búsqueda de símbolo bastante afortunada. Es más o menos lo que ha pasado con la figura de Francisco Morazán que se ha impuesto con amplia ventaja a los demás como representación identitaria. Quizá se le iguale Lempira. Aunque Morazán está más encumbrado desde la academia y la oficialidad, y Lempira lo está desde el punto de vista gráfico y comercial. A pesar de ello, he notado que en la celebración del Bicentenario se ha intentado recuperar la memoria de José Cecilio del Valle. Un poco menos la de José Trinidad Cabañas, José Trinidad Reyes y Dionisio de Herrera.

Ahora que somos conscientes de la superposición de la guacamaya, es necesario preguntarnos si seguimos en esa línea de encumbrar su figura y dejar a las demás en segundo plano, o si se podrá hacer lo mismo con alguno de los otros símbolos nacionales. Sobre todo, para no agotar tan rápidamente la imagen de la guacamaya.

Se me ocurre que el pino, aunque menos exótico, tiene una figura muy agradable y el color verde, particularmente ese verde del pino, es muy atractivo. Y desde el punto de vista gráfico, aunque quizá con menos facilidad, se pueden explotar tanto al venado cola blanca como la orquídea Rhyncholaelia digbyana. Hay unas cuantas representaciones más que tienen bastante aceptación entre la cultura popular y la cultura comercial hondureña. La palabra “catracho” o “catracha” es muy común en comercios. También la sucesión de números 504, que proviene de nuestro prefijo telefónico internacional. Lo mismo sucede con la combinación de letras “hn”, que provienen de nuestro sufijo en internet. Los símbolos mayas no se quedan atrás

Pero en estos casos, estos códigos identitarios han sido ultra utilizados sobre todo por el comercio. Es por ello por lo que es necesario diversificar nuestros símbolos. El colibrí esmeralda se ha posicionado bastante bien, y si hablamos de escritores creo que Juan Ramón Molina es alguien a quien desde la oficialidad debería posicionársele. En los últimos años los diseños lencas han ganado terreno, y así lo pueden hacer el resto de las culturas.

Somos lo bastante diversos para hacerlo, aunque claro, evidentemente la guacamaya será la reina sobre los demás de aquí en adelante, de eso no me queda ya ninguna duda.