Columnistas

Hebreos secretos

Leo admirativamente a los historiadores eruditos de Honduras, pertenecientes a frescas generaciones de escrupulosos profesionales, por veces excesivamente cautos, que administran el dato y la interpretación con severidad científica y que reconstruyen una biografía patria que, por ausencia de tradición técnica, conserva aún zonas oscuras e inexactas.

No todos son buenos escritores, obvio, pero asumen a conciencia su misión escrutadora, si tal es la misión. Entre ellos hay uno discreto y alejado, Libny Rodrigo Ventura, especialista en dimensionar la presencia hebrea antigua en la patria, y cuyo ensayo “Los criptojudíos en Honduras” (2008) es de mis preferidos por,
precisamente, la vasta erudición.

Criptojudío devela su composición pues cripto es oculto, deviniendo por ende un término que nomina a quien perteneciendo a esa fe debió, por represión, silenciarla y probablemente practicarla en anonimidad. Llamados despectivamente “marranos”, y dentro del judaísmo ‘anusim’ (forzados), se involucraron en el descubrimiento de América al visualizarla como oportunidad para vivir en libertad religiosa, por lo que se incorporaron, dice Libny, a “la aventura de colonizar la tierra recién descubierta”.

Entre sus interesantes páginas despierta mi curiosidad lo relativo a los apellidos de esos probables criptojudíos, hallándose en occidente de Honduras formas portuguesas como Tavora, Pinto, Galdames, Duarte, o Silva (en el sur); o geográficos como Chaves (Lisboa) y
Miranda (Extremadura).

Agüero, por ejemplo, indica presagio, señal de mala fortuna; Agurcia es en hebreo el cachorro (Ha-gur) asustado (cia); Álvarez o hijo de Álvaro; Andino, de los Andes; Arita, de una urbe japonesa; Barahona, deforme del judaico Bar Jonás; Borjas, de la ciudad mudéjar de Zaragoza; Bejarano, de Béjar, Salamanca; Cáceres, población de Extremadura y uno de los primeros vecinos de Gracias a Dios; Carías por la colonia griega Caría, en Asia; Castro, o castillo; Cerrato, de cerro; Chicas es doncellas; Ferrera es almacén de metales (fierros); Girón o giro violento; Huezo, Bueso, por la parte ósea; Lara, por del Ara (L´Hara), monte Sión; Leiva, de la tribu de Levi; Marroquí(n) es un bordado; Martel es en francés martillo; Medina, por la ciudad santa islámica; Mena, veta de la que se extrae mineral; Mejía (antiguo Mexía) por mesías y mejilla; Navas, municipio de Barcelona; Nieto, razón familiar; Pérez, de Pedro; Pineda, de pinar; Ramírez, hijo de Ramiro; Suazo, del portugués Souza; Tábora, probablemente de monte Tabor, donde se transfiguró Jesús; Velásquez, patronímico, hijo de Velasco; Vides, de la vid, las uvas; Vijil, probablemente centinela nocturno.

Böhn Günter afirma que la lista de los 16 apellidos más usados por los judíos sefarditas es: Pérez, Ventura, Navarro, Benveniste, Castro, Medina, Calderón, Arias, Pardo, Chávez, Cuenca, Behar, Toledo, Carmona, Curiel y Fernández…

Tales apellidos son españoles y usados por españoles. “Es posible que en casos excepcionales, dada su concordancia y significado en idioma hebreo, fueran elegidos por judíos conversos como manifestación cifrada de su situación de nostalgia y temor en una religión extraña”.

Gracias por la luz, Libny.