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Honduras mal redactada

A mí no me escandalizan tanto los errores ortográficos como la mala redacción. No solo es porque no fui formado como normativista sino como descriptivista, sino porque comprendo que lo ortográfico pasa por el dominio de una técnica, que cuando estoy en un salón de clases o como corrector de texto la corrijo con todo esmero, pero la redacción pasa por un proceso de organización de ideas y no solo por el manejo de unas reglas.

Enseñar ortografía es muy fácil, pero enseñar a redactar implica enfrentarse a verdaderos problemas que vienen de raíz.

Cuando enseño gramática lo primero que hago notar es que las categorías y funciones gramaticales son universales, están presentes en todas las lenguas que se hablan en el mundo. Esta universalidad, desde un punto de vista de la funcionalidad, se da porque la escritura o el discurso en general son un espejo de la realidad, es decir, que hay verbos porque en la vida hay acciones, procesos o estados y hay adverbios porque esas acciones se desarrollan en un lugar, en un tiempo, con una compañía, con un instrumento o con un modo específico. Hay sujeto porque esas acciones, estados o procesos tienen que ser realizados o sufridos por algo o alguien.

En otras palabras, si un estudiante o cualquier persona es incapaz de redactar correctamente, es por la sencilla razón de que es incapaz de usar el pensamiento de manera adecuada, no puede organizarlo y si no puede organizarlo es porque no sabe lo que de verdad está sucediendo a su alrededor. Las causas pueden ser muchas, pero más allá de eso, lo preocupante es que no exista una consciencia de su entorno.

La buena redacción y de la mano con ella la correcta expresión oral, va más allá de un asunto estético y trasciende su misma importancia, ya que lo único que hace es revelar el mundo interior de los individuos. He visto errores de redacción en estudiantes de todo nivel, profesionales con bachillerato, licenciatura y hasta maestría. Lo he visto en los comunicados que publican diversas instituciones en el país. Diría, que en general, los hondureños redactamos mal, con sus salvables excepciones.

No llamar las cosas por su nombre indica que las desconocemos, que no tenemos claridad respecto a ellas. No saber colocar una coma puede implicar no saber que una frase lo que está haciendo es explicar o especificar, por ejemplo. El uso inadecuado o escaso de los conectores de discurso, conjunciones o preposiciones indica que no hay claridad en la relación que tienen las palabras entre sí, y las palabras, aunque no sean las cosas, hablan de las cosas. La mala redacción es un problema que no puede ser solucionado en sí mismo, sino que deben ser solucionados otros problemas antes.

Básicamente lo que se debe hacer es enseñar a pensar, a partir de allí lo demás llegará por añadidura. Particularmente el conocimiento de esta realidad me impide confiar en el razonamiento de una persona que tenga carencia en su producción lingüística escrita, no por soberbia, petulancia o búsqueda de prestigio encubierto, sino por las razones que ya he expuesto en este artículo. Tampoco es un asunto de personas más inteligentes o menos inteligentes o de mayor o menor preparación académica, se trata de personas que saben ordenar sus ideas y expresarlas con claridad. No es solamente un tema de los profesores de español, es de todo el proceso educativo y todo el país.