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Honduras vista desde sus leyendas

Muchos hondureños hemos crecido escuchando leyendas protagonizadas por personajes como la Sucia, la Llorona, el Cadejo, el Duende, el Diablo, difuntos y todo tipo de seres sobrenaturales. Estos personajes no son exclusivos de la literatura oral hondureña, los compartimos con la mayoría de los países de América o por lo menos en cada país hay otros de características similares, justamente, como veremos a continuación, porque compartimos con ellos una idiosincrasia.

Estas historias contadas por nuestros abuelos y recibidas por ellos de la misma manera, tienen en su mayoría un espíritu aleccionador, aunque no sea este el principal objetivo, sino el de entretener o simplemente contar una historia.

La Sucia es uno de los personajes más recurrentes en las historias de terror sucedidas en los pueblos. Esta se manifiesta en forma de una mujer guapa y pasado un rato, cuando algo trascendental ha sucedido en la historia, muestra su verdadero rostro, asustando terriblemente a los hombres que se encuentra e intenta seducir. El hombre en la mayoría de los casos está bajo los efectos del alcohol. Más allá de la moraleja que pueda dejar la historia, el perfil que deja del hombre hondureño es revelador.

El hombre hondureño es descrito primero como borracho y luego como mujeriego. Recuerda también a aquel icónico cuento de Arturo Martínez Galindo llamado “Bajo un árbol”.

Lo mismo sucede con las historias en las que se les aparece a los hombres el Diablo, por andar bajo los efectos del alcohol. Algunas historias también se relacionan al gusto por el juego, la lotería y las apuestas. Hay una leyenda incluso que intenta explicar por qué Honduras (y cada país de América) es pobre por culpa de ello. La característica de trasnochador e irrespetuoso de algunos preceptos religiosos también se connota en estas historias.

A veces da la impresión de que el mensaje fuese no salir de casa o que hay que dormirse temprano. Es necesario comprender el contexto en el que se dan estos relatos. Las mujeres, por su parte, tienen un papel distinto en las leyendas.

El Duende es uno de los personajes más peculiares, pues según las leyendas cuando se enamora de una mujer, comienza a complicarle la vida a ella y posiblemente también a su familia, hasta que logra convencerla de que se vaya con él. Parece que se nos dijera que la mujer a veces es incapaz de revelarse y casi siempre le queda solamente soportar o pedir ayuda.

La figura de la mujer es de una ama de casa, que es a veces engañada por su marido y sobre todo es una mujer sumisa y dependiente. De nuevo, hay que comprender los contextos de estas historias. Hay una figura que es quizá de las más positivas que surgen en este tipo de historias.

Las mamás, los papás, las abuelas, los abuelos y en general las personas mayores son prácticamente una representación de la sabiduría. Generalmente los consejos de ellos no son escuchados, pero eso es lo que permite que haya una historia que sea digna de contarse.

Llama la atención cómo la sabiduría se relaciona más con la edad y la experiencia que con el nivel académico. La verdadera lección de estas historias es ver el estado de la sociedad en cada una de ellas. Así que la próxima vez que se enfrente a alguna leyenda, piense cuál es el trasfondo, el contenido de estas expresiones populares, que terminan siendo una historia de autoexploración y autocrítica.