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Iguales todos

En abril de 1824 el congreso centroamericano decretó abolir la esclavitud en el istmo, protagonizando un acto humanista único y que tardaría, para ser igualado, 24 años más en Francia, 39 en Rusia y Estados Unidos (1865), así como 65 años posteriores en Brasil y nueve más en Inglaterra. Centroamérica dio ejemplo de civilidad y respeto a los derechos humanos, acción que sólo había ejecutado antes Toussaint Louverture de Haití en 1793 y luego Miguel Hidalgo y Costilla en Guadalajara en diciembre de 1810.

El Congreso General de las provincias centroamericanas se instaló en junio de 1823 en Guatemala y al siguiente mes adoptó la nominación de Asamblea Nacional Constituyente. A las parcelas que habían compuesto el Reino de Guatemala asignó el título de Provincias Unidas del Centro de América y declaró que eran libres e independientes de España, de México y de cualquier patrimonio familiar.

Entre las innovaciones de su inédita Constitución (la sociedad inmediata era ignorante y conservadora) destaca su trato del derecho humano sobresaliendo “la abolición de la esclavitud, la consagración del derecho de asilo, las limitaciones a la pena capital, el establecimiento del jurado y la supresión de fueros. Restringió las facultades gubernamentales para limitar los derechos civiles y políticos, incluso en caso de amenazas o ataques al orden público, lo que sería grave obstáculo para las autoridades. Pero igual mantuvo la división entre un Congreso unicameral todopoderoso, un Ejecutivo con poderes limitados, un Senado que actuaba como cuerpo intermedio y una Corte Suprema de Justicia, todos elegidos conforme a un sistema de sufragio universal indirecto en cuatro grados”.

Medardo Mejía (2002) cita: “La Asamblea Constituyente legisló para un Estado centroamericano feudal-eclesiástico que impedía todo ulterior desarrollo progresista. Y cuando fue promulgada la Constitución y procedía elegir autoridades federales [José Cecilio] Valle, candidato de republicanos y demócratas y ganador de elecciones en la República, fue burlado por intrigantes [chapines] del Congreso dándole triunfo con escrutinios falsos a Manuel José Arce, que se había distinguido en la revolución de independencia pero que perteneciendo a la clase de hacendados feudales subiría a la Presidencia para provocar con sus desatinos la guerra civil de 1826-1829”.

“El 23 de enero de 1825 la Asamblea Nacional Constituyente cerró sesiones; el 25 el Estado de Costa Rica decretó su primera Constitución Política y el 6 de febrero se instaló el primer Congreso Federal de la República” (Wiki).

Vista en tal secuencia la historia es estéril para el análisis. Pues se olvida que esa Centroamérica era un enclave de conservadurismo, ignorancia cultural, superstición religiosa y corrupción, peor con su cabeza emplazada en Guatemala, cuyos comerciantes y funcionarios explotaban al resto de negociantes del istmo obligándolos a mercadear o exportar sus productos por aquella vía, en cuya ruta hacían trampas negando agua y pienso a las vacadas y caballadas que de Honduras y El Salvador partían al Atlántico, bajando así su precio. Las luchas centroamericanas de ayer y de hoy jamás son sólo ideológicas sino igual materiales.