No hay quien lo niegue o no lo sepa, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) ha sido apetecida, codiciada y ofrecida como un invaluable botín, siempre. Lo saben los políticos obsequiosos, los avariciosos empresarios y una que otra embajada, cada cual poniendo sus maleables magistrados.
Por eso, todavía hay quienes no soportan haber perdido el control, y a sangre fría arremeten despiadados contra la institución tratando de derrumbarla y colocar su impunidad y sus intereses encima de la justicia. Quieren recuperar para su gente los escritorios donde se puede engavetar y desengavetar lo que convenga.
Les ha caído de perlas y como una inmejorable oportunidad el caso del juez Marco Vallecillo, supuesto involucrado en el caso de extorsión contra un testigo protegido, y para cumplir su ambición, han recurrido a descarnados políticos y a inescrupulosos abogados capaces de lo que se ofrezca.
Conocimos el caso de Vallecillo porque la misma Fiscalía y la Corte Suprema lo pusieron a la luz, pero estos abyectos personajillos que aspiran a estas instituciones, con noticias falsas y fingida decencia han torcido la historia y terminaron acusando a los denunciantes.
La clave en la estrategia es quitar a la presidenta de la Corte, Rebeca Ráquel, porque les estorba, y promueven un absurdo juicio político ¡por favor! Para eso encontraron un inesperado aliado, el diputado Jorge Cálix, que en su desesperada y rencorosa ambición por el poder, ha demostrado que la moral y la ética no están en sus apuntes.
Desde luego, Cálix no está solo, lo aúpa un coro de nacionalistas que enseñan el dedo a la justicia, con acusaciones pendientes o sobreseimientos fraudulentos, y ciertos liberales también endeudados con la ley, cuyo partido, casi desfallecido, ha encontrado una tabla de náufrago en estos escándalos.
Los grupos de poder que oxigenan a estos políticos delirantes sueñan con recuperar el control de la Corte Suprema, donde no sólo se escondían las órdenes de extradición hacia los Estados Unidos, también se paraban demandas, se conseguían propiedades y tenían una justicia servida a la carta con cuchillo y tenedor.
Se delatan con facilidad otros, también al servicio de estos intereses para destruir el Poder Judicial, porque les han prometido mejores tiempos
-económicos, por supuesto- si además consiguen el Poder Ejecutivo el próximo año. Periodistas, abogados, pastores, supuestos miembros de sociedad civil, en fin. Se han hecho una piña para recuperar los privilegios del gobierno anterior.
Desde el principio del gobierno pelearon fieros y agresivos para quedarse con el Congreso Nacional, que derivaría en conseguir la Corte Suprema y el Ministerio Público y se ha conocido que la primera orden sería eliminar la extradición para salvar a los que ya sabemos.
No es fácil gobernar un país donde la criminalidad tiene tanto poder mediático y cuando la noticia falsa y la acusación sin pruebas pueden convencer al desprevenido.
