Este término ha sido definido como la “configuración de las reglas básicas del juego, a través de pagos ilícitos y convenios oscuros con funcionarios públicos... una intromisión de sectores empresariales para obtener ganancias fáciles en las compras o servicios del Estado, también abarca a otros sectores: captura del Poder Legislativo y del Poder Judicial... cabría la pregunta de si en Honduras no ha habido... una captura de los propios partidos políticos, especialmente de los tradicionales, o si ha habido una captura del Estado por parte de grupos narcotraficantes”. (Mario A. Membreño Cedillo. Qué se entiende por captura del Estado (2008).
El narcotráfico cuenta con antecedentes: así, durante la administración Carías se traficaba con morfina. La denuncia del director del Hospital San Felipe y médico personal del gobernante, Dr. Sánchez, relativa a la sustracción de este medicamento de las bodegas, le costó la vida (Mario R. Argueta. Tiburcio Carías, anatomía de una época. Capítulo La Corrupción). “Ya desde 1971 se identificaba a varios militares conectados con el narcotráfico, y la relación del ‘capo’ Mata Ballesteros con varios oficiales de alto rango”. (Jorge Yllescas Oliva. Corrupción e impunidad. (2010), pp. 151-52).
La ejecución de los esposos Ferrari debió constituirse en un aldabonazo para el combate sostenido de este flagelo.
No ocurrió y el tráfico de estupefacientes fue consolidándose en total impunidad por parte de los órganos de seguridad estatal. No solo La Mosquitia, también el nororiente y occidente constituyéronse en santuarios de la narcoactividad, con conexiones en Colombia y Venezuela.
La ubicación geográfica central de Honduras es utilizada como trampolín para el destino final: Estados Unidos. Pero, crecientemente, las drogas también se comercializan al interior de nuestro país, generando adicionales consumidores atrapados en la adicción y eventual destrucción.
Ha sido la presión directa procedente de Washington la que ha posibilitado la investigación, seguimiento y extradición de compatriotas involucrados en este sórdido millonario negocio, atentatorio contra la salud pública, protegido por redes policiales, judiciales, legislativas, castrenses, beneficiarias proporcionalmente de las elevadas ganancias. Los organismos locales de justicia han resultado ser indiferentes o cómplices de esta condición infame.
El llamado episcopal, en su última Carta Pastoral, reviste trascendental importancia al denunciar la postración y acelerada pobreza en que esta sumida Honduras por obra de la corrupción e impunidad institucionalizadas. Urge retomar la ética y la moral ejemplificada en Morazán y Cabañas, ejemplos de honradez acrisolada, dignidad elevada, sentido patriótico. Recordemos las siempre vigentes condenas proferidas por el prócer y mártir: “Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo por un sórdido y mezquino interés... Ese mismo pueblo que habéis humillado, insultado, envilecido y traicionado tantas veces... ese pueblo será nuestro juez”.
Y al tomar posesión como Presidente Federal en su primer mandato, 1830-1834, un 16 de septiembre de 1830, afirmó: “Una ciega obediencia a las leyes que he jurado, rectas intenciones para buscar el bien general y el sacrificio de mi vida para conservarlo es lo único que puedo ofrecer en obsequio de tan deseado fin”.