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La desconexión entre la élite mundial y la realidad

La desconexión entre la élite mundial y el mundo real crece día a día. La mayoría de la gente está agotada por la pandemia, las subidas de precios de los alimentos, de la energía y la inflación general, y preocupada por la recesión. Sin embargo, los voceros de las élites acuden a las conferencias de Davos o Aspen para declarar que nuestras mayores e inmediatas amenazas son el cambio climático, los desastres medioambientales y la pérdida de biodiversidad.

Esto ignora las más urgentes de nuestras crisis. Casi mil millones de personas están en riesgo de morir de hambre este año, situación que se agrava por la oposición hacia los fertilizantes fabricados con combustibles fósiles. Más de mil millones de niños en edad escolar han perdido en promedio nueve meses de aprendizaje debido a los cierres durante la pandemia, lo que costará a su generación 1.6 billones de dólares cada año hasta 2040.

Los costos de las políticas climáticas y ambientales impulsadas en las tertulias del establishment se están volviendo rápidamente insoportables. Durante décadas se nos ha dicho que acabar con los combustibles fósiles no tiene costo alguno o incluso es beneficioso. Ahora, estamos empezando a ver los inmensos costos económicos y de seguridad de tales promesas desatadas.

Las primeras reacciones se produjeron en Francia con las revueltas de los “chalecos amarillos”. Los Países Bajos se han visto sacudidos por las protestas desde que el gobierno introdujo políticas que diezmarían la industria agrícola en nombre del medio ambiente. Estas políticas amenazan la producción de uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo, justo cuando el hambre está aumentando, pero el gobierno no puede cambiar el rumbo porque los ecologistas han emprendido acciones legales para bloquear las políticas asimétricas.

La situación es aún peor en Sri Lanka. Alentado por los activistas de élite y el Foro Económico Mundial para adoptar un enfoque orgánico, el gobierno prohibió los fertilizantes sintéticos en abril de 2021. Como era de esperar, la producción de alimentos se desplomó y la moneda entró en default. Las protestas, a gran escala, de ciudadanos hambrientos e insatisfechos que invadieron el palacio presidencial forzaron finalmente la dimisión del gobierno. Resolver muchos de estos problemas no es una ciencia espacial.

Los ricos deberían dejar de encarecer los alimentos insistiendo en lo orgánico. Deberían dejar de encarecer la energía imponiendo las energías renovables. En lugar de ello, deberíamos aumentar la I+D para obtener mejores semillas que proporcionen más alimentos con un menor impacto medioambiental. Deberíamos impulsar los avances en energía verde que podrían hacer que las reducciones drásticas de CO2 fueran baratas y factibles.

Y deberíamos incluir las muchas otras crisis urgentes que tienen soluciones sencillas y eficaces, por ejemplo, para la tuberculosis y para asegurar un aprendizaje mucho mejor en las escuelas de todo el mundo con una enseñanza asistida por computadora en el nivel adecuado. Desgraciadamente, la élite parece que va a redoblar la apuesta por el clima y el medio ambiente.

La política de “cero neto” será la más costosa en la que se haya embarcado el mundo. Si la élite sigue impulsando políticas increíblemente costosas que están desconectadas de los desafíos urgentes a los que se enfrenta la mayoría de la gente, tendremos que prepararnos para mucho más caos global.