La economía de Dios y la corrupción de los hombres

Las palabras del papa Francisco para el Vía Crucis del Viernes Santo: “La economía de Dios no mata, ni aplasta”, resuenan como un reproche divino en medio de un mundo donde la economía de los hombres sí mata

  • Actualizado: 21 de abril de 2025 a las 00:00

Las palabras del papa Francisco para el Vía Crucis del Viernes Santo: “La economía de Dios no mata, ni aplasta”, resuenan como un reproche divino en medio de un mundo donde la economía de los hombres sí mata, sí aplasta y sí condena a millones al sufrimiento. En tiempos de crisis global, inflación desbocada, guerras por recursos y una ambición brutal que devora a los más vulnerables, la reflexión del pontífice debería ser un llamado urgente a la acción. Un señalamiento directo que desviste una evidencia más de la brecha abismal entre el discurso religioso y la realidad económica que padecen los pobres.El Papa habla de una economía divina basada en la justicia y la misericordia, pero en la Tierra rige otra ley: la del más fuerte, la del más corrupto. Mientras organizaciones de crédito y corporaciones monetarias reportan ganancias récord, el hambre avanza. Mientras los paraísos fiscales esconden fortunas obscenas, los Estados recortan pensiones y la salud pública. Mientras los mercados especulan con los alimentos, familias entierran a sus hijos que murieron de desnutrición. Esta no es una “economía de Dios”, este es un sistema que premia la avaricia y castiga la necesidad.Francisco lo sabe, y por eso continúa diciéndonos: “Sin embargo, hemos construido un mundo que funciona de ese modo; un mundo de cálculos y algoritmos, de frías lógicas e intereses implacables. (...) Que venga tu paz para quien no tiene poder ni dinero. Que venga tu paz para quien espera un renacer justo”.Pero sus palabras chocan contra un muro de intereses que nadie ha logrado derribar, desde que Jesús azotó a los mercaderes del templo, y que hoy castigaría a estas pandillas de corruptos y demagogos, que han refundido las estructuras de poder en un esquema que corrompe todo bajo su sombra, ancladas al status quo. Estos gobiernos que se dicen cristianos recortan impuestos a los ricos y subsidios a los pobres. Las multinacionales que financian caridades explotan trabajadores en nuestro tercer mundo.Hombres y mujeres que se arremangan las ropas del populismo para arrodillarse en Semana Santa y pronunciar hipócritas el discurso de “no matar” cuando el sistema financiero que ellos propician asfixia al pueblo, cuando las redes públicas de salud niegan medicamentos a los pobres, cuando los salarios de hambre condenan a generaciones a la precariedad.La economía actual no mata con balas, pero lo hace con deudas, con despidos, con políticas de austeridad que evidencian la violencia de clase disfrazada de tecnocracia e ideología de saqueo.Las palabras del Papa no deberían quedarse en una meditación piadosa. Deberían incendiar conciencias. Si la economía de Dios es vida, entonces la de los hombres -esa que idolatra el dinero y sacrifica personas- es su antítesis. Y contra ella hace falta más que rezos, hace falta rebelión.Hace falta exigir que el Estado se ponga realmente al servicio de los pobres. Hace falta denunciar a los “cristianos” que bendicen a delincuentes públicos. Hace falta que los fieles dejen de financiar, con su silencio, un sistema que crucifica a los débiles. Porque si la economía de Dios no aplasta, pero la de los hombres sí, entonces la fe sin obras -como dice la Biblia- está muerta.El Vía Crucis del Viernes Santo no es solo el de Cristo: es el de los migrantes exterminados, el de los obreros explotados, el de las mujeres asesinadas, el de los jóvenes condenados a la desesperanza, el de las víctimas de las mafias y banderas de la miseria, el de los pueblos saqueados. Francisco lo sabe y clama al cielo. Pero el cambio no vendrá de los cielos, vendrá de quienes decidan que, si la economía mata, es hora de eliminarla de estos infiernos de impunidad y asalto.Porque al final, Dios no bajará a arreglar el mundo. Lo haremos nosotros, o no lo hará nadie.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias