El diario oficial, desde su fundación en 1830, llevó el espíritu de comunicar las disposiciones de la Constitución de Honduras, donde manda que toda ley debe ser publicada en La Gaceta. Asimismo, ordena que se publique todo acto administrativo de cualquier órgano del Estado con efectos jurídicos de carácter general, así como las sentencias de inconstitucionalidad.
Una Gacetilla valiosa en los tiempos abruptos de la información durante siglos ha sido este diario, pero en las últimas décadas ha servido como pasquín de los poderosos, de los que dictan todas las disposiciones, según ellos, de carácter legal. Han usado y abusado de esa cuartilla informativa, dando golpes de Estado, reelecciones, fraudes electorales, constituyentes, leyes a favor de la corrupción y todo un legajo de órdenes para fomentar la impunidad por decreto.
Así fue como de pronto apareció en La Gaceta la publicación del decreto que oficializa la adhesión de Honduras a la Corporación Andina de Fomento (CAF), anunciando con gran regocijo que el Gobierno de la República de Honduras es el último país en ser miembro de la región de Centroamérica al integrarse a la CAF.
Pero más allá de las deudas contraídas solo para ser miembro de un banco ideológico con altos intereses, con denuncias por abuso de poder en la CAF, desde el 2017 han renunciado unos cien empleados de este banco, funcionarios de alto nivel estarían extralimitándose en temas ligados a la corrupción, pero eso no le importa al Gobierno de estas honduras, ya que asumió todos los riegos y el Poder Ejecutivo saltó todas las trancas del Congreso que no ratificó el acta donde se aprobó esta adhesión, sin lograr la mayoría simple -65 votos- el pasado miércoles 12 de julio en el parlamento que viene a ser un solar baldío de la familia.
Al no haber ni un asomo de debates, consensos, diálogos y razonamientos claves en la democracia participativa, además de dejar por fuera el Estado de derecho, entró el soberbio y templado Poder Ejecutivo, sometiendo al Legislativo con faja en mano, como el hijo incapaz y torpe que no hace caso, y que no sabe para qué sirven las leyes y el poder.
Esta es una muestra más de cómo el Ejecutivo asume los supremos poderes para manipular toda legislación que se atraviese, usando su poder para nombrar jueces y otros funcionarios gubernamentales, para controlar el presupuesto del Gobierno, para influir en algunos medios de comunicación, para intimidar a los críticos, usando toda su artillería de colectivos frenéticos y asalariados para amenazar a la sociedad civil e incitando a su ejército digital para atacar por redes sociales todo lo que huela a crítica contra su poder.
Así inicia el derrumbe de las democracias, cuando el Poder Ejecutivo somete al Poder Legislativo y socava el Estado de derecho, creando oprobiosas dictaduras en donde un solo individuo o un pequeño grupo ejerce un poder absoluto, con sus leyes publicadas en La Gaceta y en las calles tomadas con la fuerza de la violencia y la amenaza para intimidar a los ciudadanos y así evitar que ejerzan su derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión.
Las dictaduras utilizan la propaganda para difundir información falsa y engañosa sobre la oposición, con el objetivo de desacreditarlas y hacerlas parecer débiles e inestables. Las dictaduras vigilan, controlan e imponen ley de escucha para teléfonos y redes sociales. Las dictaduras usan su control sobre las materias primas y los mercados para chantajear a las democracias y obligarlas a hacer lo que quieren.
Las dictaduras son una amenaza para la democracia, la libertad, la igualdad y la justicia, pero cuando acaben con el país, seguro que ese decreto no aparecerá en La Gaceta