De adolescente solía medir los libros por la cantidad de páginas, si era muy gordo lo dejaba para un imposible tiempo distendido, así que un día tenía que abordarlos. Entre las obras que atesoraba mi padre estaba “La montaña mágica” de Thomas Mann, cuyo sugerente título me cautivó en mi primera juventud, y vuelto a leer ahora reavivó la fascinación hacia esta historia que por sus temas pudo escribirse este año y no hace un siglo.
En muchos países -y casi nada en Honduras- se ha recordado la publicación en 1924 de esta atrapante novela del escritor alemán, que cuenta la visita de un joven a un sanatorio en Suiza para acompañar durante tres semanas a su primo enfermo de tuberculosis, pero termina quedándose siete años, entre achacosos y controvertidos personajes que discuten los problemas sociales de entonces como si fuera hoy.
La magia de la literatura nos sumerge en las profundidades de la condición humana para bucear indemnes las más altas y bajas pasiones de los protagonistas, la insospechada fortaleza, la irremediable degradación, lo que mueve o paraliza, la bondad y la vileza, el heroísmo y la cobardía, todo junto para conocer a nuestros semejantes y el mundo que nos toca vivir.
Entre las interminables razones para zambullirse en un cuento o una novela irrumpe decidida la historia que se cuenta, los hechos, las acciones de los personajes. También aflora determinante la forma de contar, la redacción, el estilo, la construcción literaria. Por este oficio de palabras del Periodismo, esta segunda característica particularmente me domina, el placer y asombro en las páginas de Mann, como ocurre con Borges, Dickens o Pérez Galdós, entre tantos.
¿Por qué parece actual “La montaña mágica”? Los intensos y aburguesados personajes están confinados en un edificio de montaña nevada, y aunque tienen comodidades, la calamidad de la tuberculosis los arrincona en el desasosiego y los asoma al sufrimiento y a la muerte, parecido a cuando sufrimos, cada uno con sus propias realidades, la pandemia de covid-19.
En la centenaria novela, ambientada a principios del siglo pasado, todos se mueven en un abrumador debate ideológico y filosófico, que desemboca en la política con sus matices extremos de populismo, el discurso de odio, la confrontación y mucha desinformación que, incluso, se esparce fuera del sanatorio sin que existieran redes sociales; todos querían hablar y ninguno escuchar ¿no nos suena conocido?
En la obra de Mann, la Europa dividida, confrontada, iracunda y rabiosamente polarizada se precipita irremediable a la cruenta I Guerra Mundial, y sin querer nos remite al mundo conflictivo de hoy: Ucrania, el genocidio en Gaza, el avance peligroso de la ultraderecha (madre del nazismo), la noticia mentirosa, la tolerancia al límite, el rencor irrefrenable. Lástima, si aquí se acostumbrara obsequiar libros, este sería un buen regalo de Navidad