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La novela se repite

El domingo 8 de septiembre, el Consejo Nacional Electoral (CNE) autorizó el inicio de la repetición de la novela llamada “Elecciones”, la cual se repite cada 4 años. El CNE invitó a los mismos actores de los partidos políticos, para que participen del proceso de la elección primaria.

Con el pitazo inicial y con las mismas reglas del juego de los procesos electorales anteriores, ya podemos conocer cuál va a ser el desenlace del capítulo final, programado para el domingo 9 de marzo de 2025. Este año, lo único que se cambió fueron dos actores. Con este escenario, volveremos a escuchar, en el mes de marzo del año próximo, que los resultados no obedecen la voluntad libre del pueblo, y del otro lado, que se arroyó con los votos rurales y el voto duro del partido X.

Se volverá a ver el fenómeno de la compra de votos como práctica distorsionadora de la voluntad ciudadana para elegir al caudillo y representar a las familias dueñas del partido. Estamos repitiendo la misma historia, con un sistema político y social colapsado, y con consecuencias sociales devastadoras.

Tenemos un escenario igual o similar de años anteriores, ya que los mismos partidos políticos que controlan el panorama están como los “huevos hueros”, en el cual la gallina los arroya, pero ya sabemos que no va a nacer algo nuevo, ya que carecen de embrión. Esta metáfora ilustra la incapacidad de estos partidos políticos para generar cambios significativos, ya que, al igual que los huevos vacíos, no pueden dar vida a nuevas esperanzas ni soluciones efectivas a un país que socialmente está colapsado.

Los partidos políticos, en lugar de ser vehículos de cambio y progreso para Honduras, se han convertido en estructuras vacías, donde la gallina simboliza a los intereses económicos y las élites.

Es por eso que a menudo se observa cómo los representantes políticos, en lugar de trabajar por el bien común, parecen más interesados en mantener sus privilegios y perpetuar un sistema que les beneficia. La falta de propuestas innovadoras y la incapacidad para abordar los problemas fundamentales de la sociedad han llevado a una creciente desconfianza en estos actores políticos.

La clase política ha caído en la depravación y perversión para alcanzar sus objetivos, sin importarle el costo social que pague el pueblo hondureño. Ante este escenario, la sociedad debe exigir a sus representantes que sean más que “huevos hueros” y que, en lugar de perpetuar un ciclo de intereses familiares y políticos, trabajen en conjunto para construir un estado que funcione para todos. Solo así se podría romper el ciclo vicioso que ha llevado a la desconfianza y al desencanto, y se podrá aspirar a un futuro donde la política sea un instrumento de cambio real y positivo. ¿Pero cómo exigir? Si la clase política es el reflejo social, el reflejo de lo que realmente somos como sociedad hondureña.