Transmitir conocimiento a través de la docencia, generar conocimiento a través de la investigación y poner a disposición de los productores las buenas prácticas a través de la extensión, deben ser el norte de la Universidad Nacional de Agricultura (Unag). Son más de 71 años de historia de la institución, y en la última década se ha venido perdiendo el norte, probablemente por intereses particulares y la instrumentalización de la universidad para fines políticos e ideológicos. Por años nos han enseñado que Honduras es un país de vocación agrícola forestal por lo que debe ser un imperativo para los tomadores de decisiones de la Unag cómo incidir positivamente desde la academia en el sistema agroalimentario hondureño. Para incidir positivamente, probablemente uno de los factores a considerar es que el que toma decisiones conozca cómo funciona un sistema agroalimentario, que sea capaz y competente para ejecutar tareas relacionadas con las ciencias agrícolas. En este sentido, las personas seleccionadas en los puestos de dirección académica deben tener competencia en las ciencias agrícolas para evitar la curva de aprendizaje, y que los resultados puedan medirse a corto y mediano plazo. Es necesario, entonces, que las personas que se seleccionan sean realmente por concurso de méritos y no por aparecer en el censo electoral del partido x, y, z, o porque habla bonito y es amigo del que revisa el perfil de la candidatura. Por estas fechas que, en la Unag, se desarrolla un “concurso de méritos” para elegir vicerrectores y decanos, es una excelente oportunidad para elegir candidatos con competencias, haciendo prevalecer la meritocracia para que sea valorada y aceptada como signo de modernidad, garantía de ética, y garantía de imparcialidad. Que no se vuelva cultura en la Unag que las personas se seleccionan o se van por política; que no se vuelva una cultura aceptar lo anormal como normal, ya que tarde o temprano esto pasará factura. No se desconoce que vivimos en una sociedad degradada, pero se espera que las acciones en la academia sean la excepción a lo tradicional, para no perder el objetivo principal que es educar, generar y transmitir conocimiento. Es clave, entonces, que en este proceso de concurso se tomen buenas decisiones para el correcto funcionamiento de la institución y para enfrentar los retos del futuro de la educación. Sabemos que la brecha de acceso a educación superior en Honduras es grande, y gran parte del trabajo de quien asume un puesto de dirección es resolver problemas y tomar decisiones para contribuir al desarrollo de Honduras. Es así como es necesario que los procesos sean trasparentes y que asuman los puestos realmente los profesionales con competencias en el área. Instamos a no seguir haciendo lo mismo, ya que si seguimos así obtendremos los mismos resultados, y el círculo vicioso se repetirá cada cuatro años.