Después de varias semanas, los partidos políticos y sus voceros -gratuitos y tarifados- siguen esperando resultados finales de las elecciones primarias, hacen malabarismos para interpretar las estadísticas que se totalizan a cuentagotas.
Con sus proyecciones, las organizaciones políticas hacen afirmaciones para posicionarse en el imaginario del electorado como los más votados, los que más crecieron, los más transparentes o vigentes, los que mejor se comportaron regional o departamentalmente, mientras cuestionan al resto de contendores como los menos queridos, los que disminuyeron su caudal, los más tramposos o los que peor se desempeñaron territorialmente.
Aunque todos se concentran principalmente en las cifras “ganadoras”, el análisis también toma nota de otros números reveladores que van sumando o restando en las páginas oficiales del órgano electoral. Entre ellos destacan el predominio y avasallamiento de movimientos, los caudillismos en municipios y departamentos, la eliminación de algunos aspirantes y, particularmente, el dato sobre votantes que participaron en elecciones de cualquiera de los partidos, pero dejaron en blanco o anularon su papeleta. Esta decisión de los electores se dio en los tres partidos políticos (Liberal, Nacional y Libre), en distintas proporciones, generando elucubraciones del porqué de su existencia y origen.
Tómese en cuenta que se trata de ciudadanos que averiguaron dónde votar, salieron de sus domicilios, hicieron fila en centros de votación, sufragaron en su Junta Receptora de Votos (hicieron verificación biométrica, marcaron y ocultaron su elección, introdujeron papeletas en urnas, se mancharon el dedo) y retornaron a sus casas, para esperar pacientemente los resultados, algunos incluso aguardaron estoicamente su oportunidad hasta entrada la noche o madrugada por razones ya conocidas.
Se ha hecho notar que Libre ha acumulado cerca de 18.4% entre votos blancos y nulos, mientras los otros dos partidos suman 9.4% (Nacional) y 8.2% (Liberal) en los mismos rubros. Los datos dejan la cantidad total de votos válidos de cada organización por debajo de las expectativas optimistas que sus dirigencias aspiraban. ¿Cuál podría ser el origen de este revés? Es difícil precisarlo sin consultar a los votantes, pero vale la pena recordar que en las primarias de 2021 y 2017 fue el entonces oficialista Partido Nacional el que obtuvo el 16.7% y 16.6% de nulos y blancos, respectivamente. Ya entonces, se sugirió que se trataba de empleados en el gobierno que habían sido “obligados” a participar para no perder sus trabajos. Un fenómeno similar ocurre en muchos municipios dominados por uno u otro partido.
Cada cuatro años, los sobrevivientes de la persecución sectaria en las instituciones estatales acuden a la mesa electoral para degustar en frío su venganza. Unos les dicen “mapaches”, otros les dicen “ladrones del trabajo de las bases”. En noviembre son aquellos quienes ríen de último, porque definen todo.