Esta temática y su estudio carece de suficientes investigaciones por parte de los y las cientistas sociales nacionales, con valiosas excepciones a las que mencionaremos. Todo sistema político, incluyendo los socialistas, incluyen grupos privilegiados en razón del control del poder y sus diversos privilegios. Igualmente, existen élites socioeconómicas e intelectuales, posicionadas en tales rangos en razón de sus habilidades empresariales, talentos y el grado de protecciones e incentivos recibidos por parte del Estado. Existen élites locales, regionales, nacionales, transnacionales. Unas crecen y se expanden, otras se debilitan y son reemplazadas por otras, emergentes y más competitivas, sean oriundas del mismo país o de origen extranjero.
En Honduras, a lo largo de su historia, mencionamos las de la región oriental, su riqueza basada en la posesión de latifundios y ganado (Olancho); igualmente en el sur, en tanto la de occidente, en el cultivo y comercio del tabaco, durante el período colonial y el siglo XIX, en la región central, la minería y el comercio en Tegucigalpa permitió la eventual hegemonía de este grupo sobre el de la rival en Comayagua, al punto que la capital es trasladada a su actual ubicación en 1880. Hacia finales de esa centuria, diversifican sus ganancias en la banca y la actividad mercantil.
Pero fue en la costa norte, hasta entonces periférica en razón de su clima malsano, su escasa población dispersa, solamente los puertos de Omoa y Trujillo importantes por el ingreso de mercaderías y aportes al fisco; las concesiones para exportar caoba beneficiaron a comerciantes ingleses establecidos en Belice; a partir de la construcción del tramo del proyectado Ferrocarril Nacional en la década de los 1860, y sobre todo con el arribo de empresas estadounidenses que, desplazando a los finqueros hondureños, desarrollaron el cultivo del banano en gran escala, bajo el modelo de plantación capitalista, con fuertes inyecciones de capital y tecnología, la que llegó a constituirse en el punto focal de la economía nacional.
Si en la zona meridional y central fueron migrantes alemanes los que hasta la Segunda Guerra Mundial controlaron el comercio de importación y exportación, en la septentrional fueron migrantes procedentes del Medio Oriente, palestinos y árabes, y en menor grado judíos llegados de Europa Oriental, los que eventualmente asumieron el liderazgo empresarial, en alianza con el capital estadounidense, hasta el presente.
A partir del comercio, diversificaron sus ganancias en la banca y manufactura, industria de la construcción, compra y venta de bienes raíces, medios de comunicación, franquicias de comida rápida, agroindustria, energía eólica y solar, lotería, favorecidas por exoneraciones tributarias estatales y la vigencia de ajustes y reordenamientos económicos neoliberales a partir de 1990, facilitando la expansión de sus capitales, dentro y fuera del país. Así, tales inversiones de origen nacional en el extranjero han superado los 13,000 millones de dólares en la ultima década, afirma el economista Rodulio Perdomo, con el inconveniente que por la vigencia de la ley de renta territorial no pagan impuestos en Honduras, “aunque la riqueza salió de Honduras”. (Proceso Digital, 9 de noviembre de 2024).
“11 familias controlan el negocio del azúcar, ocho familias controlan la exportación del café al mercado internacional, unas pocas los 14 bancos... un modelo de desarrollo que promueve la oligopolización y la monopolización de las actividades económicas... es necesario que volvamos a tener un Estado que procure efectivamente la libre empresa y la competitividad”. (Mauricio Díaz Burdett, “Honduras: aportes para un plan de rescate. Una propuesta desde la esperanza”, pp. 31-32).
Óscar Zelaya Garay, Antonio Murga Frassinetti, Mario Flores G, Darío Euraque, Martín Barahona, han realizado excelentes estudios acerca de esta temática, al igual que las y los economistas integrantes del Foro Social de Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh).