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Las inteligencias múltiples y el valor del lempira

Howard Gardner “es conocido fundamentalmente por su teoría de las inteligencias múltiples, que señala que no existe una inteligencia única en el ser humano, sino una diversidad de inteligencias que marcan las potencialidades y acentos significativos de cada individuo, trazados por las fortalezas y debilidades en toda una serie de escenarios de expansión de la inteligencia.

La inteligencia no es una cantidad que se pueda medir con un número como lo es el cociente intelectual (CI), sino la capacidad de ordenar los pensamientos y coordinarlos con las acciones. La inteligencia no es una sola, sino que existen tipos distintos. Su sistema para implementar las inteligencias múltiples está dedicado a estimular las potencialidades en los niños en un clima activo y afectivo como lo exige el siglo XXI. La teoría básica puede resumirse en las siguientes palabras: cada persona tiene ocho inteligencias, habilidades cognoscitivas.

Estas inteligencias trabajan juntas, aunque como entidades semiautónomas. Cada persona desarrolla unas más que otras. Diferentes culturas y segmentos de la sociedad ponen diferentes énfasis en ellas” (tomado de Wikipedia).

De esta manera todos tenemos, en resumen, áreas fuertes y áreas débiles, lo más inteligente en mi opinión es fortalecer aquellas que tenemos más desarrolladas y en consecuencia ganarnos la vida de esa manera. Entre ellas tenemos la inteligencia lingüística que básicamente consiste en facilidad para leer y escribir, hacer crucigramas.

La segunda es la inteligencia lógico matemática observada en los alumnos que en un futuro serán ingenieros o matemáticos, buenos con los números; tercera, la inteligencia visual espacial que tienen los dibujantes arquitectos e ingenieros; la musical, que sobra decir quiénes la tienen y que a casi todos nos gusta (aunque sea escuchar); la corporal cinestésica, observada en atletas y gimnastas que tienen facilidad para controlar su cuerpo y hacer maniobras complicadas con él; inteligencia naturista, niños que admiran la naturaleza y observan su entorno; inteligencia interpersonal, que se observa en niños que son líderes naturales y tienen facilidad para relacionarse con los demás; y, la última, inteligencia intrapersonal, que tienen aquellos que se conocen bien a sí mismos y son capaces de juzgar y reflexionar sobre sus emociones y sentimientos.

“A estas siete líneas de inteligencia, inicialmente descritas (1983), Gardner añadió posteriormente una octava, la inteligencia naturalista o de facilidad de comunicación con la naturaleza, que consiste en el entendimiento del entorno natural y la observación científica de la naturaleza como la biología, geología o astronomía.” (Citado de Wikipedia).

Ahora ustedes se preguntarán qué relación tiene esto con el valor del lempira, el dólar o el euro, y yo les contesto que tiene todo que ver, ya que los productos de mejor calidad y acabado nacen del uso correcto de estas inteligencias y son aquellos que estamos dispuestos a pagar bien.

Cuando mi papá desempeñó un cargo público en Nicaragua, pude observar como esta gente trabaja la madera y, en general, varias manualidades, y concluí que hacen bellezas y artículos de excelente calidad en madera y bisutería, así como maceteras y otros, como ser el cuero. Entonces, volviendo a nuestro lempira, dependerá en gran medida del uso que hagamos de dichas inteligencias el valor que este (el lempira) tenga.

Lo inteligente y correcto es ver qué nos gusta y qué hacemos bien, y hacerlo. Puede tomar mucho tiempo y estudio, pero la perfección se alcanza con la práctica. Ahorita lo único que debe interesar es ser lo mejor de lo mejor en lo que hacemos, ya tale montes o cincelemos estatuas, como dijo en “Lo esencial” Alfonso Guillén Zelaya.