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Lenin: a 100 años de su muerte

Nacido y fallecido en Rusia (1870-1924), el abogado, político y filósofo Vladimir Ilich Ulianov consagró su existencia al triunfo de su ideología, inspirada en los escritos de Marx, a los que agregó su versión, en obras como “El imperialismo, fase superior del capitalismo” y “El Estado y la revolución”.

Su agitada vida transcurrió tanto en su patria como en diversos países de Europa Occidental en calidad de refugiado. Dos veces fue deportado por el régimen zarista a Siberia, en tanto su hermano fue condenado a la horca por su militancia anarquista.

La participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial, denunciada por él como el enfrentamiento entre gobiernos imperialistas por la disputa de mercados y colonias, le permitió regresar a su patria merced a ser conducido desde Suiza a Finlandia por Alemania, con el propósito que, si se lograba derrocar al régimen zarista, Rusia abandonaría la conflagración bélica, tal como prometió Lenin.

La labor organizativa entre el obrerismo ruso por parte de quienes lo secundaban en su objetivo, hizo posible el triunfo de la Revolución Rusa en 1917, el segundo gran movimiento social del siglo XX, siendo la primera, la Revolución Mexicana iniciada en 1910.

Entre 1917 a 1923 la guerra civil y la intervención armada de 14 naciones que enviaron tropas a fin de derrocar al nuevo régimen, no impidió su consolidación pese a quedar Rusia devastada.

La proclamación de la dictadura del proletariado, la fundación del Partido Comunista, del Ejército Rojo, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, constituidas a partir del vasto imperio zarista, desde el Báltico al Pacífico, desde el Ártico hasta Asia Central, con un sistema federal de gobierno con sede en Moscú, ocurrieron entre 1918 a 1922.

A medida su salud declinaba, debió abandonar sus cargos directivos al frente del nuevo gobierno. Paralelamente se fue consolidando el poder de Stalin, desde su cargo de secretario general del Partido Comunista. Evaluándolo, Lenin advirtió acerca de “su autoridad ilimitada concentrada en sus manos, no estoy seguro de que siempre sepa utilizarla con la suficiente prudencia”, y recomendaba destituirlo del cargo, y al principal rival de Stalin, Trotsky, eventualmente asesinado por orden de Stalin, expresó: “Quizás sea el hombre más capaz del actual Comité Central, pero está demasiado ensoberbecido y demasiado atraído por el aspecto puramente administrativo de los asuntos”.

El historiador argentino Horacio Tarcus resumió su importancia mundial: “No solo ha sido uno de los teóricos más influyentes de la política contemporánea, sino también un hombre de acción que marcó a fuego la historia del siglo XX... la teoría leninista no ha cesado de estar presente en los debates políticos... expresa una de las formas más francas de concepción instrumental del poder, y por lo tanto del Estado...”. (“La utopía leninista de el Estado y la revolución. Cuando la izquierda soñaba con el fin del Estado” Nueva Sociedad, NO. 309, enero-febrero 2024, pp. 121, 129).

Cuando el Partido Comunista de Honduras se dividió por razones ideológicas y estratégicas, en el momento más álgido de la disputa soviética, en la década de los novecientos sesenta, una de las dos corrientes asumió el nombre de Partido Comunista Marxista-Leninista de Honduras.