Este domingo se inicia la mayor fiesta de la cristiandad católica, la Semana Santa. Arranca con la celebración de la entrada triunfal de nuestro Señor a Jerusalén, la Ciudad Santa.
Los fariseos –la hipocresía de los sepulcros blanqueados hecha carne- y los escribas lo hostigaron, lo persiguieron, lo humillaron, lo torturaron, hasta que lo mataron. Pero resucitó al tercer día y derrotó a la muerte.
Es común escuchar o leer a políticos, analistas o escritores citar el Evangelio de Juan y la última cena. “Lo que has de hacer, hazlo ya”. En otras palabras, para qué esperar, para qué demorar más tiempo si, más temprano que tarde, lo vas a hacer.
Dos colegas periodistas discutían ayer en una cafetería sobre el futuro de la Maccih. “Yo te aseguro, le dijo uno al otro, que tiene los días contados”. La Corte la declarará inconstitucional y pasará a la historia.
Y yo creo, le ripostó el otro, que la Corte cometerá un grave error si hace eso. Ya la Embajada de Estados Unidos –y seguro el resto de la comunidad internacional seguirá la misma ruta- ha advertido su preocupación por lo que está pasando y ha lanzado una amenaza velada de cortar la ayuda si eso se consuma. Pero también creo, agregó el joven colega, que si lo piensan hacer, es preferible que lo hagan de una vez.
Y recordó la disyuntiva que le tocó enfrentar al ahora presidiario expresidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, cuando tuvo que decidir –en la víspera de la campaña electoral- si prorrogaba o cancelaba el mandato de la Cicig.
Lo que has de hacer, hazlo pronto, lo dijo Jesús, porque la traición de Judas era inevitable y para que se cumplieran las escrituras.
No es el caso, por supuesto, de la Maccih. Pero la escritura de la historia dejará marcada, para la posteridad, la conducta de los magistrados. Y alguien mojará un pedazo de pan y les dirá: Lo que han de hacer, háganlo ya.