Columnistas

Los “desvisados” de la moralidad

Desde hace muchos años, la nación norteamericana ha establecido que la lucha contra la corrupción es un interés fundamental para su seguridad nacional.

En la toma de posesión de la presidenta Castro, la vicepresidenta de EUA, Kamala Harris, visitó Honduras para abordar temas migratorios e intensificar sus esfuerzos de lucha contra la corrupción en Centroamérica.

Las embajadas de EUA en Guatemala, El Salvador y Honduras han conformado equipos de fiscales con el objetivo principal de proporcionar apoyo a los esfuerzos locales de aplicación de la ley, con la autoridad de permitir la revocación de las visas de los presuntos corruptos.

Pues bien, el Departamento de Estado de los EUA anunció la cancelación de las visas de algunos identificados en la Lista Engel, misma que señala a los funcionarios que atentan contra los procesos e instituciones democráticas.

Para EUA ha sido una obligación retirar documentos de visados a quienes utilizan dinero robado del pueblo hondureño: “No queremos a ladrones, ni su plata en nuestro país”. Siempre ha sido la sentencia de la nación norteamericana; por lo tanto, el retiro de las visas forma parte de la política de EUA para sancionar actos de corrupción como los que abundan en cantidades industriales en Honduras, socavando a diario el Estado de derecho.

Pero lejos de causar vergüenza, a los funcionarios les causa risa, ya que hasta orgullosos portan el letrero de corrupto “desvisado” en la frente, pues dicen ellos que tienen la vista puesta en Pekín, en la China que según ellos los va a proteger y les dará su “visado gratis”, más no saben que en China la pena de muerte es aplicable para aquellos líderes corruptos que malversen o reciban sobornos superiores a los tres millones de yuanes, unos 463,000 dólares, o sea, una insignificancia para lo que se roban aquí.

Así lo ha establecido el Tribunal Popular Supremo de China y la Fiscalía del Estado: máximas instancias judiciales de aquel país del oriente rojo.

Ese Tribunal y Fiscalía indican que en caso de que el acusado coopere en la investigación, en alusión a que confiese el delito o devuelva el dinero malversado, la pena capital podría suspenderse durante dos años, lo que a efectos prácticos significa su conmutación por cadena perpetua, la sentencia más habitual en casos de corrupción en China. Las penas por corrupción fueron enmendadas a finales del 2015 por considerar que las cantidades de dinero malversadas punibles con castigos como la cadena perpetua o la pena de muerte eran demasiado bajas, ya que se habían establecido en 1997 y la inflación las había dejado obsoletas.

La política de China que tanto admiran estos líderes de izquierda vacía ha sido clara, a través de su presidente chino, Xi Jinping, quien lanzó una campaña contra la corrupción y la malversación en instituciones oficiales que se ha saldado con decenas de destituciones, expulsiones del Partido Comunista, investigaciones, juicios y condenas a funcionarios y líderes nacionales a todos niveles, incluido el ejército. Si no toleran ni a sus connotados miembros de la nomenclatura china del Gobierno, menos lo harán con estos exaltados de la imaginación “made in China” cuando empiecen a soltar la billetera para proyectos en Honduras y estos genios de la calamidad política comiencen a frotarse las manos y a armar la estructura de irregularidades propiciadas por la impunidad entramada de abusos, ilegalidades y corruptelas que sostiene al poder, desde hace un siglo en estas honduras, ahogada en el fango de la desdicha y la mentira que traza puentes de nuevos horizontes. Más bien, les salió barato la “desvisada”, porque cuando la moral de cualquier funcionario está en oferta todo sale barato, ¡por ahora...!