Columnistas

Los grandes retos venideros

Tras el paso del devastador huracán Mitch en 1998, el PNUD concluyó: “El gran desafío para el Estado y para la sociedad hondureña en su conjunto será emprender un proceso de transformación, que nace del propio gobierno, orientado hacia el progreso de un desarrollo humano sostenible. Eso implica encontrar en la desgracia una oportunidad para ir creando un clima de oportunidades económicas y sociales más equitativo que permita la expansión de horizontes para el país en su conjunto”. 22 años después, agobiados por la pandemia del coronavirus, tal afirmación sigue teniendo plena validez. Honduras ha experimentado en su más reciente pasado diversas amenazas y peligros a la vida colectiva como a la individual. Algunas de ellas: Golpe de Estado, 1963, que derrocó sangrientamente al gobierno constitucional de Ramón Villeda Morales, que contó con el respaldo de sectores de extrema derecha, interrumpiendo un proceso de reformas sociales en el campo y las ciudades. Invasión salvadoreña, 1969, causando miles de muertos, desplazados, refugiados y saqueos en algunas de las zonas más pobres del país. “Década perdida”, en materia de derechos humanos y en lo económico. Terrorismo de Estado en aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional. Más de un centenar de compatriotas y extranjeros “desaparecidos”, crímenes que han quedado en la impunidad. Llega el virus del VIH-sida que continúa cobrando vidas, causando muertes prematuras, aumentando el número de huérfanos, incrementando los costos en salud pública para tratar de los afectados, merma en la composición y productividad de la fuerza laboral. 1990 a la fecha. Con la aplicación del paradigma neoliberal ocurre mayor concentración de ingresos y oportunidades en minúsculas poderosas élites, mayor deterioro en la calidad de vida de la población, producto de ajustes económicos: devaluaciones, acaparamiento de tierras, privatizaciones, corrupción pública-privada, alza en el endeudamiento externo. 1998: Huracán Mitch, 10 diez mil víctimas, infraestructura colapsada, migraciones al exterior, hambrunas. Delincuencia juvenil, crimen organizado, narcotráfico. De país de tránsito a nación consumidora y fabricante de alucinógenos. 2009: Golpe de estado militar-empresarial contra el gobierno constitucional de Zelaya. Creciente militarización a expensas de la autoridad civil. Concentración de poderes en el Ejecutivo. Secretividad, cohecho, autoritarismo. Dengue, zika, represión contra ambientalistas, defensores de derechos humanos, colapso del sistema sanitario público y deterioro del sector educativo estatal. Violación creciente a preceptos constitucionales, fraude electoral, decreciente participación ciudadana. Pese a estos traumas, provocados por el hombre y la naturaleza, Honduras y su pueblo rehúsan capitular, manteniéndose verticales, dignos, inclaudicables, con heroica y admirable capacidad de resistencia y rechazo, conservando, a despecho de los reveses temporales, la decisión de levantarse y echar a andar hacia la renovación, transformación y liberación, sepultando la ignominia, el deshonor
y la infamia