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e tres a cuatro mil compatriotas nuevamente optaron por intentar dejar atrás el desempleo, la inseguridad, la falta de oportunidades y el hambre provocados por un sistema social-económico-político inhumano, corrupto, rapaz, excluyente, discriminatorio, insensible, generador de “daños colaterales”, desesperación, alienación y rechazo, exigiendo justicia, igualdad de oportunidades, rendimiento de cuentas y honestidad por parte de las élites en el poder.

Aquí las migraciones colectivas son satanizadas, atribuyendo su huida hacia lo desconocido y altamente peligroso como una conspiración tramada por manipuladores, extranjeros y hondureños, obviando las verdaderas causales que los obligan al abandono de sus hogares.

¡Ah!, pero si logran llegar a destino vivos, no olviden enviar remesas.

Si durante su recorrido por Guatemala no experimentaron detención, México les dio la bienvenida con toletes y gases, engañándolos con promesas de empleo temporal en el “México profundo”, la zona de mayor pobreza de su territorio.

La nación norteamericana se ha transformado antes las intensas presiones y amenazas de Trump, transformándose ahora en el subgendarme regional, en un papel similar al de Brasil en Suramérica.

Ahí, como se escribe en el editorial de EL HERALDO, 28 de enero 2020, p. 16: los y las migrantes que quieren llegar a los Estados Unidos están siendo tratados cruelmente por las autoridades mexicanas, ante el silencio cómplice de los gobiernos centroamericanos y del mismo presidente mexicano, quien en su época de candidato presidencial e incluso una vez electo presidente, exigía que a los migrantes “les garanticen sus derechos a buscarse la vida, que no haya maltrato, que se les proteja, que se les ayude y apoye”.

Washington envió su aprobación, tanto a Andrés Manuel López Obrador como a los gobernantes del Triángulo Norte centroamericano (Guatemala, El Salvador y Honduras): “Well done, boys”.

El presidente mexicano se apresura a declarar: “Se les ofreció refugio, trabajo, todo...y pues es un movimiento no espontáneo, claro que hay la necesidad, pero hay una conducción política... Afortunadamente se han respetado los derechos humanos” (EL HERALDO, 25 enero 2020, p. 6).

Lo ocurrido en el terreno de los hechos desmiente objetivamente su versión.

Sin válvula de escape migratoria, sin duda recrudecerán estallidos de violencia social por aquellos atrapados sin salida a sus problemáticas existenciales.

En respuesta, se incrementarán los niveles represivos.

Dramático futuro el que aguarda a la nación hondureña, en donde las tensiones y conflictividades, de diverso tipo se acumulan aceleradamente, reflejándose en alzas delictivas, contracción de la inversión local y foránea, subempleo y desempleo, mayores tasas de endeudamiento estatal, pérdida de credibilidad en las instituciones estatales, deterioro educativo y sanitario público, consolidación de las redes corruptas e impunes

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