Cuando los economistas hablamos de macroeconomía, seguro tomamos como punto de partida el Producto Interno Bruto (PIB) y, tomamos el PIB valorado en términos reales (precios de un año base) y, además, usamos generalmente su valoración a precios de mercado, es decir, incluyendo los impuestos netos.
Pero el análisis macroeconómico no termina allí como generalmente se cree. Más allá del PIB, están las bases de su construcción como indicador económico, nos referimos principalmente al Producto Nacional Bruto (PNB) y, sobre todo, al Producto Nacional Neto (PNN) o sea, el ingreso nacional.
El PIB incluye el valor monetario de la producción de bienes y servicios en un período determinado (generalmente un trimestre o año) dentro del territorio nacional, ya sea que dicha producción pertenezca a nacionales o a extranjeros.
La producción perteneciente a hondureños, pero realizada fuera del territorio nacional, forma parte del PNB. Ahora bien, el PNB se calcula restando del PIB el saldo de ingresos y pagos por concepto del uso de factores externos.
En otras palabras, el PNB resulta de sumar o restar, según el caso, el pago de las ganancias a inversionistas extranjeros frente a los excedentes de productores hondureños invirtiendo en el extranjero.
Como es de imaginarse, al ser mayores los pagos que los ingresos por factores externos, el PNB hondureño suele ser menor que el PIB. Visto hasta aquí, resulta claro que el indicador macro más realista es el PNB, puesto que es la producción que realmente nos pertenece.
Profundizando, el PNB todavía es un valor “en broza”, es decir, incorpora valores brutos que no reflejan la riqueza real de los países. Hay que restarle los impuestos netos (impuestos menos subsidios) resultando el PNB a “costo de los factores” y, finalmente, restarle la asignación de consumo de capital fijo, o sea, la depreciación, quedando el dato depurado del PNN a costo de los factores, es decir, el ingreso nacional.
A manera de ilustración para los neófitos, es como en una planilla de pago de salarios, donde aparece el salario total bruto, pero, se le van haciendo las deducciones como las aportaciones a la seguridad social, pagos a cuenta, los impuestos municipales, deducciones por préstamos y otros conceptos, resultando el salario neto, que es con lo que realmente puede contarse.
Un punto crucial a partir de lo expuesto es que para calcular el ingreso per cápita, el PIB puede ser muy “engañoso” puesto que está incluyendo una parte de la riqueza que si bien es producida dentro del territorio nacional en realidad pertenece a extranjeros, lo que daría una medición que no corresponde a la esencia de la realidad económica y social.
Estos conceptos fundamentales de la contabilidad social o cuentas nacionales los comenzamos a asimilar en el pregrado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) con las enseñanzas brindadas por los manuales internacionales y, particularmente, con las exposiciones magistrales del economista Víctor Rheinboldt, que afortunadamente se mantiene aún activo aportando su experiencia en gobiernos corporativos en instituciones financieras.
Gracias a esos aprendizajes y estudios posteriores, podemos decir, por ejemplo, que el ingreso per cápita de los hondureños en 2023 no fue L84,630 equivalentes a US$3,401.6 con base al PIB, sino US$2,639.9 anuales con base al PNN, que es el ingreso nacional prorrateado entre 10 millones.
El maestro Rheinboldt nos animaría a profundizar todavía más, y nos diría que realmente el ingreso anual per cápita a precios del año 2000 apenas pasó de US$746.86 a US$764.14 entre 2008 y 2023