La llamada “Guerra Fría” tuvo como protagonistas principales a Estados Unidos y la Unión Soviética, con un papel importante de los países occidentales de Europa, mientras que China fue más un observador que se preocupaba más por resolver problemas internos y alcanzar un importante nivel de desarrollo, que en ser influyente en aquel conflicto.
Por el lado occidental se defendía el “capitalismo y la democracia”, y por el bando soviético se impulsaba el comunismo y los regímenes autoritarios. El escenario era prácticamente el globo terráqueo, porque cada grupo hegemónico movía sus piezas para avanzar y ganar posiciones en los cinco continentes.
Su punto más candente fue cuando los soviéticos intentaron montar misiles nucleares en Cuba en el año 1962 y EEUU respondió con un bloqueo militar que llevó la tensión entre el Kremlin y Washington al punto máximo. El mundo temió una confrontación nuclear entonces.
La URSS ya no existe, pero Vladimir Putin intenta recuperar el papel protagónico que tuvo aquella nación formada por 15 repúblicas y hace movimientos que elevan la tensión mundial, al tiempo que se van definiendo los nuevos protagonistas de esta “Segunda Guerra Fría”.
La invasión a Ucrania hizo recordar las que la URSS realizó en aquellos tiempos del siglo XX –Checoslovaquia, Polonia y Hungría–, cuando impulsó también el llamado “Pacto de Varsovia” para hacer frente a la alianza militar de occidente, la OTAN, vigente hasta nuestros días, aunque ampliada, incluso, con algunos países de la desaparecida Unión Soviética.
En América sufrimos efectos de aquella “Guerra Fría”. Cuba estuvo a punto de ser invadida, sí lo fue Granada, mientras países como Guatemala, El Salvador, Colombia y Bolivia debieron librar virtuales guerras civiles por movimientos guerrilleros apoyados por el bloque soviético, mientras que EEUU apoyaba a los regímenes militares latinoamericanos.
Esta vez se trata del bloque formado por Estados Unidos y la Unión Europea y, en el otro bando, el que representan regímenes autocráticos con presidentes dictadores que detentan todos los poderes del Estado. No parece que el otro eje principal de esta nueva “Guerra Fría” sea confrontar al sistema capitalista con el socialista y más bien parece una batalla entre democracia y autoritarismo.
Putin hábilmente revive la amenaza nuclear de tanto en tanto –emulando a Nikita Jrushchov, o Krushchev, como le decíamos en aquella época–, mientras ha logrado un acercamiento importante con la China de Xi Jinping y la Corea del Norte de Kim Jong-un, pero los esfuerzos no parecen enfocarse únicamente en estas dos potencias nucleares.
En efecto, Putin se ha acercado a dos regímenes dictatoriales de la región latinoamericana. El líder ruso se identifica con Daniel Ortega (Nicaragua) y Nicolás Maduro (Venezuela), a quienes respalda públicamente a pesar de las violaciones a los derechos humanos que ambos mandatarios ejercen y el reciente fraude electoral del mandatario venezolano.
Ahora Putin fomenta el fortalecimiento del bloque económico llamado BRICS, por las iniciales de los países fundadores –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–, para llevar la guerra al escenario del comercio global. Ya es evidente el poder de este grupo, incluso en el campo de la tecnología.
Los expertos en análisis estratégicos y geopolítica ven muchas similitudes entre lo que está sucediendo en esta “Segunda Guerra Fría” y la primera, aunque ahora se ve una participación más activa y determinante de parte de China, un actor que ha avanzado silenciosamente en mejorar sus relaciones con muchos países latinoamericanos.
Por cierto, en la cumbre del BRICS se destacó que el presidente brasileño, Lula da Silva, quien no pudo asistir, no ha reconocido el cuestionado triunfo electoral de Maduro, quien fue recibido con bombos y platillos directamente por Putin.
La lucha ideológica es, quizás, menos rígida que la vivida en el mundo en el siglo pasado, pero factores como las influencias regionales, el control energético, y la amenaza de llegar a un conflicto nuclear, parecen ser situaciones similares entre la primera y la segunda Guerra Fría.
No hay que dejar de lado el tema de la lucha propagandística. En la Guerra Fría jugó un papel importante en ambos bandos, y ahora sucede lo mismo, con un gran diferenciador: esta vez se presta a una manipulación mayúscula por medio de las redes sociales con sus fake news y algoritmos, capaces de lograr una desinformación absoluta.
En fin, aquello de que el mundo está loco, loco, loco, es más evidente dentro de este marco de la Segunda Guerra Fría.