Columnistas

Sin músculo ni diente

Tegucigalpa, Honduras
Corrupción e impunidad van de la mano, por lo tanto, con la Maccih sucedió lo que tenía que suceder.

La Maccih surgió de la indignación ciudadana ante el descarado robo en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS).

Por la desconfianza en el sistema judicial, durante cinco meses la ciudadanía exigió en las calles una Comisión Internacional contra la Impunidad al estilo de la Cicig de Guatemala, que acompañada por un Ministerio Público independiente logró poner tras las rejas a verdaderos peces gordos.

La respuesta del gobierno fue la Maccih, una instancia que no satisfizo a una población indignada que vio en la misión más de lo mismo pero hoy se lamenta.

A medida que celebraba pequeños pero esperanzadores logros que apuntaban hacia los de arriba, la Maccih profundizó temores y frentes en su contra, incluso dentro de la misma misión.

Al desprestigio montado por grupos locales multipartidarios coludidos para que no los alcance la ley, se agrega el de países corruptos que tiemblan porque el éxito de la misión extrapolaría esta modalidad.

“La ciudadanía debe ser quien le doble el brazo a la impunidad”.

Ana Elsy Mendoza

El gobierno más bien le restó dientes; las reformas al Código Penal redujeron las penas por corrupción y la ley de Colaboración Eficaz que busca llegar a los cabecillas de las redes de corrupción duerme el sueño de los justos.

La falta de apoyo de la OEA fue el tiro de gracia. La Maccih tiene 10 investigadores mientras, la Cicig tiene 80, además, tuvo siete años para dar frutos, ha tenido un fuerte respaldo externo y del pueblo en las calles. Aquí, la Maccih ha cabalgado cual Quijote.

De allí que la renuncia del jefe de misión, Juan Jiménez Mayor, el procurador Julio Arbizu y el juez Daniel Urrutia, todos profesionales anticorrupción de prestigio, no es extraña ni casual ni una simple pugna entre Almagro y Jiménez Mayor como se quiere hacer creer.

Los corruptos ganaron esta batalla y en las actuales condiciones hay riesgo de que se pierda hasta lo ganado.

El deber ciudadano es demandar, más allá de las redes sociales, la continuidad de la Maccih, bajo un liderazgo autónomo que garantice la lucha contra la corrupción.

La elección del fiscal general y el adjunto y el apoyo al CNA debe ser también parte de la agenda anticorrupción. La ciudadanía debe ser quien le doble el brazo a la impunidad.

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